Capítulo 2.

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"At your back door yelling cause' I wanna come in."

Los pronombres van a variar dependiendo del pov.

Los pronombres van a variar dependiendo del pov

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-Gracias por la comida. - Mizu se alejó de la mesa, no sin antes dejar el pago al lado del plato.

Mientras se alejaba del restaurante en el que había almorzado, miraba cómo las personas construían sus carrozas y hacían decoraciones para el Festival Tenjin que era en dos semanas. Unas más bonitas, otras más humildes, lo único que le disgustaba de las carrozas en ese momento era que la estaban distrayendo de su objetivo.

Apresuró el paso, observando a su alrededor la paz con la que la gente conversaba, las sonrisas y las carcajadas de las doncellas le recordaban a momentos cálidos y tenues, que a la vez eran borrosos, era como si estuviera tratando de ver su reflejo tembloroso en el agua.

-Disculpa. - Tomó el hombro de un ciudadano el cuál cargaba consigo una cesta de arroz - ¿Cómo llego a la hacienda de los Mori?

-Sólo sigue por la calle principal, recto hasta que veas unas puertas gigantes y doradas.- Indicó el hombre, señalando a su derecha, donde había una calle demasiado ancha, parecía un sitio de comercio.

-Gracias.

Mizu siguió las direcciones del hombre, las cuáles no fueron erróneas.

En poco tiempo ya estaba frente a un gran muro de color crema con dos puertas de caoba, colosales al igual que sus tejados verdosos.

Tenía dos opciones: Ser sigilosa y no llamar la atención de los guardias, o mandar a la mierda todo y hacerlo a su estilo.

Obviamente lo iba a hacer a su estilo.

Trepó la pared como si de pasar por una hoja de papel se tratase, y lo primero que notó es que en realidad no había nadie, o eso parecía.

- ¡Dinos quién eres! - Gritaron unos guardias desde unas ventanillas de madera, alzando sus arcos hacia ella.

-Tengo un mensaje para el Emperador Mori. - Contestó de forma monótona la Samurai, rodando los ojos.

-¡Esa no fué la pregunta!

Siendo la situación un tanto complicada, no tuvo de otra que ir, forzar la puerta con su propia espada y hacer pedacitos de carne a los soldados, uno por uno, todos caían como piezas de damas chinas en un tablero, eran apenas las doce del mediodía y ya se veía su pecho bañado en sangre, algo anormal para otros, pero casual para Mizu, algo del día a día.

Una vez pasada la segunda pared, por fin estaba dentro de lo que sería el recinto, se aseguró de que no hubieran guardias vigilando para captar con su mirada al noble. Sus ojos eran como los de un águila en medio del desierto, los cuáles chocaron con la imagen de su presa, quien parecía hablar con otros nobles de prendas amarillas al lado de un estanque con peces Koi, a unos metros de distancia de él.

Let The Light In | Blue Eye SamuraiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora