Una semana después, aún con el clima templado y la ventisca de nieve besando su rostro, Mizu siguió caminando hacia adelante, y dejando atrás a aquella jóven que la cautivó de forma repentina.
Se encontraba en la capital de Japón, con el propósito de encontrar a una persona en particular, la princesa Akemi, y.. El hombre de las armas ilegales, con quien tenía otros planes.
La primera persona era la más cercana a Nana, hace dos años estuvieron juntas en una fiesta de ceremonia, quizás sigan manteniendo contacto ahorita. La segunda persona es más bien un aliado de su posible padre, persona a la cuál detesta plenamente.
Se metió en un local de comida, además de la tormenta de nieve que yacía afuera, su estómago rugía como un león, tenía una necesidad insaciable de satisfacer su estómago.
La atención fué rápida, de inmediato un hombre de apariencia gruesa y alta, se acercó, ofreciéndole un plato de fideos. La chica, como siempre, respondió asintiendo, siendo más que clara en que deseaba cualquier cosa, estaba tan hambrienta que podría comerse un oso, sin importarle lo crudo o lo lleno de parásitos que estuviera el animal, sólamente necesitaba comer, antes de caer en la locura y acabar en otra pelea callejera.
Cuando vino el platillo, le dió un bocado, delicada y no queriendo parecer una salvaje, pero la exquisitez del sabor y el conjunto de las especias la hicieron perder la paciencia, tomó el bol de ambas manos y se tragó todo de golpe, pero disfrutando lo delicioso que estaba, en bastante tiempo, no había probado algo tan rico.
Para su fortuna, justo cuando terminó de desayunar fué que su objetivo entró al restaurante, con dos niñas de no más de 14 años, su voz chillona e irritante le hacía sangrar los oídos.
Cabizbaja, empujó la mesa, arrastrándola hacia adelante a propósito para llamar la atención de el famoso Hachi con su famosa arma, quien no duraría mucho tiempo con vida.
(...)
Justo después de terminar su cometido, y con el nombre de su próximo objetivo en su mente, guardó su espada llena de sangre, retirándose del local y dejando atrás un desastre. Gracias a Dios, la tormenta cesó, y ella podría irse fácilmente.
Recostada a la pared del restaurante, habían dos chicas murmurando lo suficientemente alto como para que ella pudiera escuchar la conversación de la que tanto se reían.
—¿Ya sabes de la princesa Mori?— Cotilleó una, entre carcajadas.
—¿Te refieres a Nana? — Dijo la otra, con una sonrisa malévola.
—Si, la que no puede tener hijos.. Se dice que hasta el día de hoy no ha tocado ni una verga.— Comentó, cubriendo su boca con un abanico.
— ¡Qué patética! Imagina ser princesa y no poder engendrar hijos, es una inútil.
—O quizás no tiene por donde agarrar- — Y ambas explotaron de la risa.
Detuvo su paso, quedando estática, sus ojos estaban abiertos de par en par a la vez que ese nombre daba vueltas en su cabeza, trayendole sombras del pasado al presente.
“Nana”
“Nana”
“Nana”
—Disculpen. — Mizu apareció repentinamente en frente de las dos chismosas, dándoles un buen susto que las hizo brincar.
—¡Por dios, casi nos mata del susto! — Dijo una de ellas, llevándose la mano al pecho.
—¿Esa princesa de la que hablan... Dónde se encuentra? — Preguntó, era tan alta que logró hacer que las chicas subieran su vista, aterradas de su fría presencia.
— ¿La princesa Nana? Ella está en Osaka.
— Si, pero no tiene nada más de interesante que su cara, dicen que es tan apática que aburre.
Mientras aquellas extrañas seguían criticando a la princesa, Mizu no pudo evitar apretar los puños al punto de que sus nudillos se volvieron blancos, tenía una ira entrañable en su pecho y una incredulidad sorprendente. Ahora todo tiene sentido, ahora sabía que ella era aquella jóven de kimono verde en aquél pasillo era su amada, pero el tiempo la hizo cambiar tanto, la hizo adaptarse a ese ambiente, haciéndola irreconocible ¿Por qué no la habrá reconocido a ella? ¿Acaso no vió sus ojos?
¿Acaso la evitó?
Pegó su puño a la pared del local, haciendo gritar más a las dos chicas.
—¡¿Qué te sucede, monstruo!? — Ambas cayeron al piso, dramáticas como un peralo de rosa.
No dijo nada, pero las fulminó con la mirada, haciéndoles saber con quién estaban hablando, sus ojos azules penetraron directamente sobre los rostros de las mujeres, quienes se desmayaron del terror y el pánico. Después, abandonó a las dos víboras que, muy mal hablaron de la princesa, y corrió devuelta a la salida de Kyoto, maldiciendo haberla dejado otra vez, haberla abandonado y no poder hacer nada para salvarla.
“Tengo que buscarla” “Tengo que salvarla” “No me sorprendería que ese maldito me haya tratado mal desde un instante”, millones de palabras invadían su cabeza, un torbellino de emociones que irrumpía en su corazón, y un deslave psicológico del cuál ni ella podría superar, a punto de irse por la deriva de su ira, mataría a cualquiera que se le acerque.
Entre tantos pensamientos, se topó con el mismo hombre que le atendió en el restaurante. ¿Qué carajos?
—¡Hola! Soy Ringo. — sonrió, saludando a la chica, quien paró frenéticamente.
—Vuelve a tu hogar.
— ¡No! ¡Quiero ser como tú!
Dicho esto desenvainó su espada, apuntando directamente a su cuello, Ringo se quedó tieso inmediatamente.
—Devuelvete por donde viniste.
Dicho esto, se dió la vuelta y caminó recto, hasta que Ringo insistió una vez más, y con una propuesta bastante convincente.
—Tengo caballos.
Mizu, tentada por la oferta, se dió media vuelta, y con el ceño fruncido, le pasó una daga de adentro de sus ropajes, para que no estuviera indefenso.
—Más te vale quedarte callado.
Okay, ya sé que desaparecí por un tiempo, pero les juro que valdrá la pena. Este capítulo fué corto por un propósito, recuerden. También estoy en época de exámenes asi que creo que no actualizaré hasta el próximo finde. <3
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Let The Light In | Blue Eye Samurai
ФанфикMizu Y Nana son cercanas desde una temprana edad, al punto de conocer de pies a cabeza el alma de la otra, lo que Nana no sabe, es que Mizu es una mujer. Tras perder lo único que la valoraba de verdad en este universo, Mizu planea vengarse de esa pe...