Capítulo 7.

209 30 6
                                    

A los días, en la mañana, la tormenta cesó y salió el cielo templado, junto a las bolas gigantes de nieve que se acumulaban en los extremos de la casa, toda esta masa de hielo gigante fué acumulada por Mizu, minutos antes de que Nana llegara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A los días, en la mañana, la tormenta cesó y salió el cielo templado, junto a las bolas gigantes de nieve que se acumulaban en los extremos de la casa, toda esta masa de hielo gigante fué acumulada por Mizu, minutos antes de que Nana llegara.

—¡Buenos días, abuelo!— Anunció Musashi, quien, ahora con mejor claridad, se veía menos tenebroso y más amigable, pero seguía siendo enorme.

—Es muy temprano para estar gritando.. — Comentó Eiji, caminando frente a él con un bastón de apoyo, sonriente. — Además, escucho a otra persona.. ¿Trajiste a tu hija, no es así? — Preguntó el ciego.

—Claro, no se la confío ni a mi sombra. — Bromeó, luego se volteó un poco para ver a Nana, quien estaba un poquito detrás de él. — Ve a jugar con tu amiguito, no se pierdan en el bosque.

—¡Si! —La adolescente asintió, emocionada, y fué a buscar a Mizu en la parte de atrás.

Ambos adultos pasaron dentro de la choza, conversando pacíficamente sobre cosas aburridas, la puerta se cerró y por otro lado, estaba nuestra queridísima Nana, buscando entre las montañas de nieve a Mizu, tenía una bufanda de un color marrón opaco, su kimono rojo y botas de montaña, su nariz y mejillas se veian sonrosadas por las bajas temperaturas y su cabello estaba suelto, le llegaba un poco más arriba de los hombros, estaba lleno de copos de nieve por encima.

—¡BAAH!— La tomó Mizu por detrás, haciendo que brincara del susto.

—¡AAAAH! — Se dió la vuelta y la miró, incrédula. — ¡Tonto, me asustaste!

Nana empujó a Mizu levemente, haciendo que ambas rieran.

—¿Qué haces?— Preguntó la de kimono rojo, algo agitada.

—Despejando la nieve, duuh. — Obvió la mestiza, sonriendo levemente.

—¿Lo hiciste todo tú solito? Qué rápido..

—No es como que tenga algo más divertido. — Agregó, rodeando los ojos.

—Hm..

Entonces, a Nana se le ocurrió una mejor idea, para pasar el rato, algo que marcaría la vida de Mizu para siempre.

— ¿Sabes qué es más rapido? — Preguntó la de ojos miel.

— Uhm... ¿Los adultos? —Divagó Mizu, algo nerviosa.

—¡No! Yo soy. — Se acercó a la más alta, con un toque suave en el hombro. — ¡Eres!

Y salió corriendo, como una flecha que se curveaba en el monte, esta acción por parte de la arquera fué confuso para la aprendiz, ya que ella nunca había jugado en su niñez, lo unico en lo que podia pensar era en sobrevivir, en qué lugar iba a dormir, en encontrar comida, en vengar a su mamá.

Su reacción fué lenta, pero no dudó en buscarla caminando, algo extrañada.

— ¿Nana? — Llamó a la chica, alzando la voz, con el rato, ella llegó después, emocionada.

Let The Light In | Blue Eye SamuraiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora