Capítulo 6.

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“Pick you up and I, quarter to three.”

La ventisca del invierno azotaba las puertas rústicas del establo, había bastante escarcha y copos de nieve adornando la terraza, algunas puntas de agua congelada destilando debajo de este, y había una pequeña montaña de nieve cubriendo la entrada...

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La ventisca del invierno azotaba las puertas rústicas del establo, había bastante escarcha y copos de nieve adornando la terraza, algunas puntas de agua congelada destilando debajo de este, y había una pequeña montaña de nieve cubriendo la entrada por los cimientos, impidiendo y paso a cualquier persona que estuviera afuera.

Por adentro, estaba el increíble Eiji sosteniendo lo que parecía ser el comienzo de una espada, con su ayudante juvenil, Mizu, quien daba fuertes martillazos en la base y la punta, siguiendo el ritmo que su maestro le indicaba a través de unos pequeños golpecitos con un bastón de hierro no tan grueso.

El frío los estaba comiendo por dentro, tuvieron que gastar sus últimos ahorros en ropajes de piel costosos para abrigarse y sobrevivir como pudieran; Sin embargo, eso no detenía el hecho de que debían seguir trabajando, el calor que emanaba esa aleación de metal vivo y ardiente los mantenía en calor, por lo que les convenía bastante seguir el ritmo de las estocadas.

—Más rápido — Demandó Eiji, sosteniendo débilmente el fierro.

Mizu obedeció, en silencio, pues su admiración por él era bastante. Dió los golpes un poco más veloz, haciendo que el metal vibrara de un rojo más fogoso y ardiente.

—¿Quieres que vaya a revisar la sopa?— Preguntó Mizu, amablemente.

—No, aún no huele a “cocido” — Contestó Eiji, ya cansado de tanto trabajar.

—Deberíamos tomar un descanso, insisto.

—Deberías enfocarte en hacer el traba- —Las palabras del anciano fueron interrumpidas por varios toques repentinos de la puerta.

Esto alarmó a la chica, quien tomó su martillo más firme y se acercó un poco a la puerta de madera.

—¿Debería abrir? — Buscó afirmación en las palabras de su mentor, mirándolo de reojo.

—Deberías. —Respondió, indiferente.

Asintió, y dando unos pasos más hacia la puerta, con el mazo escondido, abrió la puerta, dejando entrar una ráfaga de viento helado adentro del hogar campesino. Sus dedos se congelaron inmediatamente.

Se asomó de lado a ver quién atentaba a irrumpirlos, era un hombre alto, musculoso y grueso de contextura, su cabello era largo y tenía cicatrices de peleas antiguas en su rostro, había una que cruzaba desde la comisura de su boca, atravesaba su ojo y cortaba la punta de su ceja, tenía una expresión seria, su nariz estaba roja y llevaba un abrigo gris con pelaje blanco en los bordes de su capucha, que por cierto, la cargaba puesta, de la parte de abajo solo cargaba lo que parecía ser unos pantalones y unas botas rusticas.

En su pecho, parecía ocultar con una manta un bulto prominente, parecía ser una persona.

—No tenemos espacio para un refug-

Let The Light In | Blue Eye SamuraiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora