Capítulo 11.

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“And I hate to hate to hate to hate you.”


—¿Y el broche de oro? — Preguntó Ringo, caminando entre las personas junto a Mizu, quien mantenía la mirada al frente

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—¿Y el broche de oro? — Preguntó Ringo, caminando entre las personas junto a Mizu, quien mantenía la mirada al frente.

—La princesa puede esperarse, esto es más importante.— Contestó, haciendo referencia a Akemi.

Se fueron por un callejón entre unas tiendas para rodear el gran recinto de los Mori, y a su vez a los guardias que cada vez se duplicaban en cantidad por el Matsuri que ya estaba a la vuelta de la esquina. Pararon en uno de los muros de la fortaleza, procurando de que nadie los viera, y con esto Mizu le recalcó a Ringo muy bien lo que iban a hacer.

—Toma un caballo y escondete aquí hasta que yo vuelva.

—¡Esta bien!.. ¿Y por qué no voy contigo adentro?

—Es peligroso.

Ringo pareció deprimido al principio, pero después era como si hubiera sscado sus propias conclusiones, su mirada se llenó de ilusión y dejó la mandíbula en el piso, adelantándose con sus ideas que por más locas que fueran.. Tenían razón.

—¿Regresaste todo el camino por una chica?

Y definitivamente eso tocó los botones rojos de la pelinegra, haciendo que tuviera una reacción no muy agradable de su parte.

—¡Sólo te estoy pidiendo que no dejes huir a los caballos esta vez, coño!— Dijo Mizu, antes de saltar el muro y desaparecer por completo.

Soltó una risa interna al escuchar un “Okay!” de Ringo, a lo lejos.

(...)

Meterse dentro de la fortaleza fué más fácil de lo que pensó, la mayoría del personal se había ido afuera por los preparativos del Matsuri y los pocos que habían estaban a varios metros de distancia, fáciles de matar y esconder, a todo esto lo único en lo que Mizu podía pensar era en dos cosas: Cuando estuvo cara a cara con Mori aquella vez hace una semana, y cuando se topó con Nana en ese pasillo. Estaba frustrada de no haberse girado a mirarle aunque fuera un poco más, se concentró tanto en vengarse que no se dió cuenta que lo que realmente quería lo tenía en sus manos, y lo peor de todo es que probablemente el Emperador sí la haya reconocido, y esté tendiendole una trampa.

Fué revisando de habitación en habitación, pero en ninguna se encontraba, rebuscaba en su mente por donde se fué la chica la ultima vez que vino pero nada llegaba, estaba comenzando a frustrarse. Se escabulló sigilosamente por unas escaleras que daban a un segundo piso, más lujoso y hogareño, le dió una vista al lugar, notando los detalles de los cuadros y los jarrones puestos como si fuera una exhibición, entre ellos había un gran mural rojo, con bordes dorados y patrones excéntricos, pero lo que había dentro no era nada más ni nada menos que un arco y una flecha.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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