Nostalgia

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Arlet se encontraba en un supermercado comprando algunos víveres que podrían servirle. Todo era muy básico, nada extraordinario, papel higiénico, jabones, pasta de dientes, toallas higiénicas, etc. Al llegar a la caja para poder cancelar sus compras vio entre los dulces y utensilios que se venden en la caja una baraja de naipes que incluso estaba en oferta. Los naipes ya no se compraban después de los sucesos ocurridos últimamente debido al rechazo por parte de la población mundial. Arlet tomó la baraja mientras la encargada pasaba los víveres por el escáner. En cuanto terminó, vio a Arlet con aburrimiento mientras mascaba un chicle igual que una vaca comiendo. Arlet se quedó mirando por un segundo la baraja mientras volvía a revivir sus traumas.

—Amiga—dijo la encargada con fastidio. —Oye.

—Lo siento—dijo Arlet reaccionando de inmediato con pesar. —¿Cuánto te debo?

—Veinticuatro dólares con quince centavos.

—Un segundo.

Arlet dejó a un lado los naipes y se dispuso a sacar el dinero, pero seguía viendo la baraja de reojo. La encargada notó su gesto y que seguía tardando en sacar el dinero.

—Oiga, ¿se va a llevar los naipes? —preguntó molesta la encargada.

—Yo...—Arlet se quedó pensando por un segundo mientras veía los naipes fijamente. Movió su cabeza de lado a lado y colocó la baraja frente a la joven. —Sí, me los llevo.

Arlet llegó a su casa con sus bolsas de las compras que había realizado y las dejó en la cocina tiradas a un lado. Se dirigió a su sofá, se sentó y de su bolsillo sacó la baraja de naipes que había comprado. Miró por un rato la pequeña caja, le quitó el plástico que la cubría y de esta sacó los naipes. Comenzó a mirarlos detenidamente mientras buscaba los ases y en cuanto los encontró, los acomodó en orden empezando desde la izquierda hasta la derecha, primero iba el as de diamante, le seguía el trébol, después el corazón y por último la espada. Arlet cerró los ojos y nuevamente comenzó a recordar una vez más. Su mente la llevó al momento cuando Derek sugirió el nombre del equipo y como cada uno eligió su respectivo símbolo para adoptar. Vio aquel diamante como un símbolo que inspiraría seguridad y al cual honraría, pero al final terminó haciendo algo imposible, le hizo una grieta al diamante, grieta que afectó al mundo entero y que jamás se podrá reparar. Arlet abrió los ojos, tiró los naipes en su sofá y se encerró en su habitación.

Pasaron los días y Derek comenzaba a tener otro semblante. Aún parecía deprimido y triste, pero la motivación y ganas de hacer su trabajo se notaba en sus acciones. Comenzó a pasar tiempo en el entrenamiento de Ysamar, apoyaba con el entrenamiento de los líderes y de los equipos que estaban bajo el mando de ellos e incluso se apoyó de Price para entrenar junto a "Phoenix" quien nuevamente tuvo presente a Ysamar en su entrenamiento. Sin embargo, pese a que las cosas aparentaban ir mejor, Hazel y Liv estaban lejos de todo y todos para evitar más conflictos.

Las hermanas trataban de evitar a Derek y sus comportamientos desmedidos y descontrolados. Ambas pensaban que la situación no iba de la mejor manera con él y que en cualquier momento el peligro al que se exponían los iba a perjudicar a él y a todos. La relación entre Hazel y Price también estaba en la cuerda floja debido al miedo de Hazel al notar como últimamente apoyaba a Derek con ciertas tareas.

Una tarde, las hermanas se encontraban juntas y acompañadas del general Córdova. Platicaban algunas estrategias que podrían tomar en un próximo ataque. En ese momento, Derek apareció frente a ellos lo que generó cierta incomodidad en las chicas que intentaban evitarlo y tenerlo lejos de ellas.

—¿Qué tenemos? —preguntó Derek.

—Soldado—dijo el general Córdova con un saludo militar.

—General.

—Revisamos algunas estrategias que podrían servir y...—trató de hablar Hazel.

—Yo lo revisaré con Liv. General requieren su apoyo con los reclutas y Hazel, creo que Price anda buscándote—dijo Derek interrumpiendo a Hazel.

—Pero...

—Tranquila, lo resolveremos.

Hazel y el general Córdova se quedaron viéndose por un segundo debido a la confusión y Liv no pudo evitar hacer lo mismo. Derek tenía sus ojos en los planos y no prestó atención a su alrededor o al menos eso hacía creer a todos.

Hazel junto a Córdova atendieron el comunicado de Derek y ambos abandonaron la habitación dejando a Derek y a Liv solos.

—Te conozco y si tuviera que apostar mis látigos diría que nada de lo que dijiste es verdad—dijo Liv mientras evita ver al trébol manteniendo fija su mirada en la entrada de la habitación.

—Entiendo tu posición, sé que no compartes mi comportamiento, pero...—trató de hablar Derek.

—Derek, no me importa lo que hagas con tu vida, ya no, pero estás poniendo a todos en riesgo y eso no lo voy a tolerar.

—Lo sé, pero no vine por tu perdón y menos que me comprendas. No vine a justificarme tampoco, lo único que necesito es continuar con la misión.

—¿Cuál? ¿Te refieres al rescate de Arlet?, ¿a tu intento desesperado por expiar la culpa por la muerte de su madre y de cómo eso nos llevó a la ruina? No Derek, no quiero ser partícipe de eso.

—No, yo tampoco.

Liv dejó ir su enojo por un segundo y sorprendida volteó a ver a Derek con rapidez. Derek llevaba con la cabeza agachada mirando los planos, pero lentamente comenzó a mirar a Liv.

—¿Qué dijiste? —preguntó Liv.

—No tiene sentido arriesgar la vida de miles por una. Yo me equivoque y yo debo resolverlo, pero solo, no poniendo al mundo y a los que quiero como barrera—dijo Derek.

—Siento que me cueste creer eso, pero es extraño que un día a otro mandes al diablo el ideal que llevas cargando de años.

—No esperes que de pronto todo vuelva a ser como al principio, pero quiero tu apoyo para hacer el cambio que todos necesitan.

—¿Qué hay de Arlet?

—La conozco y sé que no tiene la vida plena que soñó, pero al menos está mejor lejos de nosotros y, sobre todo, es libre.

—¿De verdad?, ¿lo es?

—No, no realmente, pero lejos de mí lo será.

—Maldito desgraciado, no sabes cuanto te extrañe.

Liv golpeó el hombro de Derek y lo abrazó con fuerza, se le veía aliviada al escuchar y notar que Derek sabía el mal que estaba haciendo, además de querer hacer un cambio.

—Lo siento—dijo Derek.

—No importa, lo resolveremos—respondió Liv.

Derek y Liv se separaron y sonrieron debido a la emoción del momento. Derek salió lentamente de la habitación y dejando atrás a Liv que ahora se mostraba más tranquila.

—Price necesita tu ayuda a veces con su entrenamiento—dijo Derek.

—Espera un segundo—dijo Liv.

Derek se detuvo en el marco de la entrada de la habitación, dando la espalda a Liv.

—¿Qué? —preguntó Derek.

—¿Ya no esperas su perdón?

—Si soy digno de merecerlo, lo tendré, pero pasa por lo mismo que pase hace años. La culpa le pesa y no sabe cómo manejarlo. Nunca me perdoné a mí mismo y ella ahora no puede perdonarse, es lo primero que debe hacer.

Derek salió de la habitación y dejó sola a Liv nuevamente, pero ahora con la mente clara y dispuesta a seguir adelante. Liv se apoyó en la mesa donde se veían los planos, tomó aire y siguió a Derek para empezar de nuevo junto a él. después de todo, no podían sin ella y Price necesitaba ayuda con su entrenamiento.

The Poker's: El Fin de la SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora