𝐀𝐜𝐭𝐨 𝐈𝐕

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El amor flota sobre las brumas del amanecer,
Y descansa en los rayos del crepúsculo;
Él calmó el trueno de la tormenta
E iluminó todos mis sentidos.

Tener que pasar como una concubina le parecía bastante problemático, llevaba toda su existencia en los límites de una aldea de Jerusalén trabajando el campo, viviendo con su familia ¿Qué sabía ella de cómo se portaba una concubina? Sabía leer y escribir, pero por lo demás no sabía nada, además estaba el hecho de que seguía teniendo la espalda marcada del látigo, las doncellas que la curaron lo vieron.

-—Puedes decirle al príncipe que sea más delicado—le dijo Zohara, una de las doncellas que había vuelto a hacerle las curas en la espalda horas más tarde de que Herodes hubiese descubierto a Antípatro y Leah en la habitación y empezó la función, Leah fue trasladada a unas estancias cercanas a las de Antípatro para ser mas "accesible" al llamado del príncipe.

—¿Qué?— siseó cuando la mujer presionó con delicadeza el paño contra las heridas.

—Sé que existen hombres con gustos....peculiares en el pecho encuentran un placer en el dolor...— Leah abrió los ojos como platos girándose lentamente hacia la mujer cuyo dulce rostro transmitía que lo decía totalmente en serio y con ingenuidad.

—¿Qué...? ¿Crees que me hizo esto por...placer?

—Sí, ¿no? ¿Te trajo ya herida? Siempre ha sido muy atento aunque a veces la influencia del rey es muy grande en él.

—Prefiero no hablar de eso— atento para nada...la tenía encarcelada, en un palacio sí, pero seguía siendo una prisión, aunque ahora vestía sedas y joyas seguía siendo una prisionera. Siempre iba a ser una prisionera
Cuando Zohara la dejó sola en aquella habitación, Leah se acercó lentamente al amplio balcón donde tenía unas vistas más que hermosas de Jerusalén, el balcón además estaba adornado con flores y enredaderas siendo un lugar bastante hermoso y tranquilo....y una vez más la rabia llenó a la joven pues un profundo resentimiento empezó a llenarla imaginando a un joven Antípatro criado entre la opulencia, los mimos y sin responsabilidades más allá de ser un soldado mientras ella y otros niños habían tenido que luchar por sobrevivir, siendo ella de las afortunadas que sabía leer y escribir pero no todos contaban con ese privilegio.

—Te invoco Madre Oscura....— empezó a susurrar cerrando los ojos —te invoco Lilith,señora de la noche, para que lances tu ira contra la casa de Herodes....te invoco para que me ayudes Madre Oscura para que me guíes a salir de esta prisión y conseguir mi libertad....
I

nvocar a un espíritu oscuro como Lilith era una de las mayores blasfemias contra las Escrituras pero su madre, Sarah, la había educado en la devoción a ese lado de la fe reinante, en la figura de Lilith, rebelde y salvaje, sin que sintiera amor alguno hacia nadie en especial algún hombre. Justo terminó aquella invocación sin obtener alguna respuesta o señal cuando las puertas se abrieron.

—Deberías tocar antes de entrar.

—Es mi casa, Leah— Antípatro camino hacía ella colocándose a su lado en el balcón -¿Cómo está tu espalda?

—Me duele, lo sabes.

—Te quedará cicatriz, pero fue el castigo más leve que pude ordenar.

—¿Por qué haces esto? Respóndeme— le miró retadoramente a lo que el príncipe le sostuvo la mirada, las chispas saltaban entre ellos por el choque de sus caracteres pero ¿Cómo le iba a responder a algo que ni él mismo supo? —Eres el hijo de Herodes, sigues sus órdenes y en cambio a mi me estas ocultando y según tu protegiendo, ¿por qué?

—Porque no soy mi padre— zanjó con dureza pero tras unos segundos exhaló un suspiro suavizando su tono y la mirada a Leah —¿Crees que no veo la miseria y el odio de Judea? Aunque he estado fuera de aquí he podido ver a mi vuelta y por todas las noticias que obtenía como reina mi padre y yo no soy así.

—Aún así sigues sus ordenes- aunque....no eran tan distintos, ella misma seguía siempre las ordenes ciegas de su madre incluso al culto a Lilith....

-No me queda opción, ¿qué quieres que haga? ¿Te arrojo a las mazmorras y dejar que te pudras ahí?

—Estas en esto como yo al ocultarme, ¿qué harás? ¿Tratar así a todos los criminales cuando seas rey?—la discusión iba a seguir cuando unos pasos hicieron que ambos enmudecieran y Antípatro no pensó, simplemente tomó el rostro de Leah entre sus manos y le plantó un beso en sus labios, si los veían así nadie haría preguntas. Notó como la chica se tensó notablemente ante el tacto de sus labios juntos pero pronto se relajó quedándose inesperadamente quieta.

—Señor— uno de los soldados había sido quien entró encontrándose la escena del príncipe besando a una chica —Yo....mis disculpas señor, no sabía que estaba ocupado...Zohara dijo que estaba aquí....— Antípatro separó sus labios de los de Leah para mirar al soldado.

—Todo esta bien, ¿ha ocurrido algo?

—El rey reclama su presencia.

—Iré de inmediato, puedes retirarte— inclinando la cabeza el soldado les dejó de nuevo a solas, Antípatro levantó las manos en señal de rendición antes de que Leah le volviese a golpear —Ha sido acto reflejo, se supone que eres mi concubina.

—No iba a golpearte—una involuntaria sonrisa se había dibujado en los labios de Leah, era la primera vez que Antípatro veía a Leah sonreír y me pareció....tan hermosa.

—Nos vemos más tarde— se inclinó de nuevo sobre ella y está vez el beso fue sobre la mejilla de Leah, un beso inocente contrastando que hacía escasos minutos habian probado ya el sabor de los labios del otro —Tu sonrisa es hermosa— susurró el príncipe sin darle oportunidad de dejar replicar a Leah, quién sintió como el calor subía a sus mejillas que eran coloreadas de un suave tono rojizo.

El amor es para débiles Leah—sonó la voz de su madre en su mente borrando de inmediato la sonrisa de Leah, no le amaba, era imposible que surgiese el amor entre ellos existiendo un abismo entre ellos tanto de creencias como de rango.

— Madre Lilith....aparta de mi esto.

───── ❁ ❁ ─────

Mariamne.
Ese fue el motivo por el que Herodes había hecho llamar a su hijo, sus otros hijos Aristóbulo y Alejandro, hijos de su segunda esposa, aún eran jóvenes y se encontraban lejos de Jerusalén por lo que de momento todo el peso de la sucesión caía sobre Antípatro, aunque Doris, su madre la cual habia sido repudiada por Herodes para casarse por la que fue su segunda esposa, mantenía relación epistolar con su hijo presionaba para librarse de la competencia de sus hermanos pero eran apenas adolescentes...no eran una amenaza. Pero para afinanzar los lazos de la corona con otros reyes estaba el matrimonio que se daría entre Antípatro y Mariamne. Herodes le había comunicado que la joven iba a volver a Jerusalén para quedarse....y ya desposarse con el príncipe.


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𝑰𝒏 𝒎𝒚 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅      ᶜᵃᵐᶤᶰᵒ ᵃ ᴮᵉˡᵉ́ᶰ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora