Entonces surge una milla de perfumadas playas;
tres campos a la cruz de una granja aparecen;
un golpe en el cristal; un rasguño agudo y rápido,
las chispas azules de una lámpara que se enciende,
y una voz, aún más silenciosa, con sus alegrías y miedos,
que los dos corazones que se agitan en la noche.Amparados bajo el manto de la noche y cubiertos por unas capuchas el príncipe se llevó a la joven prisionera por una entrada cuya existencia solo conocían tanto Herodes como él en caso de necesitar evacuar el palacio pero solo la familia real podía conlcer aquel pasadillo y ahora ahora Leah también lo conocía. Bajo el amparo de la noche ambos caminaban en silencio por las calles de Jerusalén, ahora pareciendo un desierto porque ningún alma caminaba a esas horas de la madrugada.
—¿A dónde vamos?—rompió Leah el silencio, Antípatro la llevaba agarrada de la muñeca con algo de fuerza pero por una vez Leah no estaba forcejeando sino que se dejaba guiar aunque iban caminando sin rumbo alguno.
—Realmemte no voy a ningún sitio, solo necesitaba salir de ahí.
—Entonces sígueme a mí entonces — una vez más esa sonrisa en los labios de Leah, una sonrisa que desde que Antípatro la había visto solo quería verla a diario. Caminaron y caminaron hasta que pudieron dejar atrás las murallas de la ciudad, dejaron atrás la ciudad hasta situarse ambos en un pequeño monte que se alzaba teniendo una vista amplia de Jerusalén desde el exterior, unas vistas bañadas por las luces de la noche, la luna acompañada de las estrellas combinadas con las luces de la ciudad como producto de iluminaciones de las casas por las hogueras.
—Debería entender un fuego sino nos congelaremos.
—No hace tanto frío, principito— Antípatro soltó la mano de Leah ignorándola para empezar a juntar algo de madera y poder encender una pequeña fogata para que ambos pudiesen calentarse.
—Gracias por acompañarme— dijo el príncipe una vez ambos estuvieron sentados frente a la fogata, la joven alargó su mano para volver a tomar la de Antípatro dejando suaves caricias en esta. Él tomó su mano y la llevó a sus labios para besar tan suave que apenas sus labios rozaron la piel de Leah.
—No tienes porqué pero si quieres contarme que te pasó...
—Voy a casarme—soltó a bocajarro, Leah de pronto sintió una punzada en su corazón, una presión que no se esperaba sentir por aquellas palabras, pero ahí estaba.
—Oh...bueno... enhorabuena....
—Voy a casarme con alguien a quien solo he visto dos veces. No la amo, es solo política, pero aún así...es estar atrapado en un cargo que no pedí. Siempre intenté hacer lo correcto, anteponiendo el deber a mi mismo — Leah apretó la mano de Antípatro mientras esté se desahogaba.
No eran tan distintos.
Ella también se vio obligada a pertenecer al culto de Lilith, siempre bajo la sombra de su madre y siguiendo sus órdenes, aguantando no poder ni enamorarse por orden de su madre porque eso no era para ella, Sarah, su madre, la ansiaba para sus fines, sus brujerías de que ella siguiese sus pasos y dirigirse el culto clandestino a Lilith.—No eres libre...siempre has sido un prisionero.
—Siempre lo he sido y lo seré. Solo quise siempre la aprobación de mi padre pero nunca soy suficiente.
—Nunca llegas a la expectativa.
—¿Disculpa?
—No somos tan distintos....mi madre también....habla mucho de la libertad pero después quiere que siga el sendero que ella hizo para mí. Irónicamente en esta prisión que me tienes soy más libre.
—Leah, yo...— las palabras murieron en su boca cuando Leah se levantó de su lado, despojándose de la capa, la luz de la fogata iluminaba sus ojos oscuros y reflejos de fuego se veían en su oscuro cabello.
—Pero aquí no somos ni un príncipe ni la hija de Sarah. Aquí solo somos Leah y Antípatro — el vuelo de su falda le dejó mudo, Leah lentamente empezó a bailar alrededor de la fogata al ritmo de una melodía que parecía que solo ella podía oír, es más, empezó a cantar mientras bailaba. No le estaba hechizando, no estaba usando algún conjuro, solo aquella noche se sentía verdaderamente libre, irónicamente junto a su captor.
Antípatro se levantó haciendo parar a Leah rodeando con sus brazos su cintura, pegando a aquella joven contra si.
—Leah yo....no se porque te cuento esto, no deberíamos....
—Porque somos más iguales de lo que creíamos. Dos hijos bajo la sombra de sus padres que solo quieren escapar— al lado de las llamas que iluminaban sus rostros, sus labios volvieron a fundirse, el príncipe y la bruja sellaron sus labios en un lento beso, sus labios entreabrieron teniendo un acceso a la boca del otro donde empezó un lento pero apasionado juego de sus lenguas. Un beso deseado por ambos desde el momento que se habían visto pero se había estado germinado ese deseo y al descubrir que eran más parecidos de lo que creyeron simplemente fue dejarse llevar.
Tumbados sobre la capa de Antípatro, el príncipe tomó la virginidad de la bruja, las ropas de ambos yacían bajo ellos en un improvisados colchón, los besos y las caricias no dejaban en ningún momento de ser dadas por ambos, sus cuerpos perlados en sudor se movian al compás, los gemidos y jadeos de placer eran ahogados por los besos.
Leah en un momento dado tiró de él quedando ella encima de él, moviéndose lentamente sobre el regazo del príncipe quién la sujetaba fuertemente de la cintura.—¿Por qué he de recostarme debajo de ti? —preguntaba— Yo también fui hecha de polvo y, por consiguiente soy tu igual— Antípatro supo de dónde eran esas palabras, conocía las escrituras pero decidió ignorar que Leah acababa de citar a Lilith. Se incorporó de golpe quedando sentado abrazado a Leah que permanecía sobre su regazo.
—Quemémonos juntos, Leah— pegó su frente contra la de ella, siguiendo así unidos bajo la luz de la luna, desnudos, amándose.
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𝑰𝒏 𝒎𝒚 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 ᶜᵃᵐᶤᶰᵒ ᵃ ᴮᵉˡᵉ́ᶰ
Fanfiction" 𝑊𝘩𝑎𝑡 𝑘𝑖𝑛𝑑 𝑜𝑓 𝑘𝑖𝑛𝑔 𝑖𝑠 𝑖𝑛 𝑚𝑦 𝑏𝑙𝑜𝑜𝑑 𝐼 𝑑𝑜𝑛'𝑡 𝑘𝑛𝑜𝑤 𝑊𝘩𝑎𝑡 𝑘𝑖𝑛𝑑 𝑜𝑓 𝑚𝑎𝑛 𝘩𝑎𝑣𝑒 𝐼 𝑏𝑒𝑐𝑜𝑚𝑒 𝐼 𝑎𝑚 𝑠𝑡𝑢𝑐𝑘 𝑤𝑖𝑡𝘩 𝑡𝘩𝑖𝑠 𝑑𝑎𝑟𝑘𝑛𝑒𝑠𝑠 𝑇𝘩𝑎𝑡 𝑟𝑢𝑛𝑠 𝑡𝘩𝑟𝑜𝑢𝑔𝘩 𝑚𝑦 𝑣𝑒𝑖𝑛𝑠 𝐴𝑚 𝐼 �...