13

1.9K 196 36
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un día nuevo en la casa más famosa del país y la ausencia de Axel ya se notaba o por lo menos Gisela lo notaba, si no lo conocías a Axel no te ibas a dar cuenta de que el faltaba pero como Gisela se había vuelto amiga del misionero ella si notaba ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un día nuevo en la casa más famosa del país y la ausencia de Axel ya se notaba o por lo menos Gisela lo notaba, si no lo conocías a Axel no te ibas a dar cuenta de que el faltaba pero como Gisela se había vuelto amiga del misionero ella si notaba que faltaba el chico y eso no le hacía sentir bien aunque sabía que tarde o temprano el se iba a tener que ir pero tenía la esperanza de que el no se iba a ir y iba a seguir con ella unos días más pero claramente no fue así.

Gisela se encontraba acostada en el sillón de cabeza aunque le habían dicho que no se ponga así porque se le iba a ir la sangre al cerebro.

—perro que ladra no muerde y gato que se va, llorando vuelve. —empezo a cantar de la nada

Gise se la pasaba cantando amamos.

—Axel, volve por favor.—dijo Gisela mirando a la cámara mientras hacia un puchero—te usurpe la cama, espero que no te moleste.—miro sus uñas—Axel, necesito que alguien me moleste, y no estás vos—

La chica se levantó para volver a sentarse pero está vez en una posición cómoda mientras abrazaba uno de los almohadones del sillón.

—esto pasa porque no se votan entre ellos.—Gisela pensó en vos alta—esta bien hacer amigos y todo, pero esto es un juego...y me parece que hay que empezar a jugar—dijo Gisela—si siguen votando al otro grupo se van a seguir yendo.—

Gisela se cayó cuando sintió que alguien se acercaba a ella, sintió una caricia en el pelo y se encontró con Alan el morocho la miro con una sonrisa, el morocho se sentó al lado de ella mientras la miraba.

—¿Estás bien, gorda?—le pregunto Alan a la chica, Gisela asintió jugando con su cadenita

—sí, sí. —respondio Gisela—me duelen un toquesito los ovarios, pero bien.—

Alan acarició la mejilla de Gisela —que feo, mi amor—exclamo—¿Te duele mucho?—

—mas o menos.—dijo Gisela—todavia no tengo ganas de arrancarme el útero así que bien—miro al morocho—no me digas mi amor.

—¿Por qué no?—le pregunto le pregunto el morocho, se acercó un poco más a ella—¿Por qué?—

—porque le decís 'mi amor' a todas.—ella lo miro—y yo no soy una más.

Única.       Nicolás GrosmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora