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Gisela antes de acostarse a dormir con Lucía le pidió permiso a la novia de la salteña para dormir con la morocha a la cámara, entonces cuando las luces del cuarto se apagaron Gisela se acostó en la cama de la salteña

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Gisela antes de acostarse a dormir con Lucía le pidió permiso a la novia de la salteña para dormir con la morocha a la cámara, entonces cuando las luces del cuarto se apagaron Gisela se acostó en la cama de la salteña.

Habían algunas de las chicas que estaban despiertas todavía pero Gise y Lu estaban en su mundo.

Todo era paz y amor hasta que Isabel y Furia empezaron a pelear porque Juliana estaba hablando de algo y Isabel se atacó porque según ella hablaban de ella entonces los gritos en la pieza se hicieron presentes, una vez la pelea termino cada quien se fue de su lado.

Hizo bien en alejarse de Isabel porque aunque la mujer diga que ella se alejo de Gisela la verdad es que fue al revés.

Al día siguiente Gisela no tenía planeado levantarse de la cama porque seguía acostada y tenía pensado dormir un poco más pero sintió que alguien se tiró encima de ella haciendo que la rubia se queje por eso.

—Joel si no te levantas te afeito la cabeza.—exclamo Gisela adormilada

Joel negó— dale, Gigi. Arriba.

—no.

—no me obligues hacerlo a la mala —exclamo Joel levantándose de la cama de Gisela

—si, si, anda.

Gisela se aferró a la riñonera y al micrófono al sentir que Joel la levantaba de la cama como si fuera una princesa mientras ella le decía que la soltará el azafato no tenía pensado hacerlo.

—Joel la cajeta de tu hermana. ¡Bájame!

Joel negó —aunque me insultes no te voy a bajar.

Joel llevo a Gisela hasta el living dejándola en el una de las sillas que estaban libres al lado de Alan y al lado de Rosina, Gisela cuando estuvo sentada le pegó en el brazo a Joel.

—como pesa está nena.—Dijo Joel mirándola—te quiero Gise.

—¿Pesan los cuernos no? —Sabrina salto

Gisela la miro y pudo notar que tenía una remera de Alan puesta y que por eso era el comentario de los cuernos, para hermana solo porque te presto una remera ya supuestamente tiene cuernos.

—no sé, ¿pesan?—le devolvió la pregunta a Sabrina—o cuando salga le puedo preguntar a tu novio a ver si le pesan.—

—que poca mujer que sos, boluda.—dijo Sabrina mirándola—de mi novio no hables más.—

—¿Y vos sos?—le pregunto—¿tanta envidia me tenés?—

—¿Envidia de que boluda? Estas flasheando.—Sabrina le hizo un montoncito

—envidia porque te le tiras a el y no te da bola aunque vos lo intentes, envidia de que aunque quieras poner a la casa en contra mío no lo logras.—exclamo—¿Que te pensas que soy pelotuda? Yo se lo que hablas de mi, y lo que le decís a los demás.—le respondió—asi que no vengas a decirme de lo que puedo o no puedo hablar.—Gisela la miro para después seguir en la suya

Única.       Nicolás GrosmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora