Capítulo 3

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—Poner la mezcla en el horno y esperar 2 horas—.

Leía detalladamente la receta del pastel de chocolate que iba a hacer junto a mi hermanita. Nuestro pasatiempo favorito era cocinar.

Agarré el molde y lo llevé al horno ajustando el nivel de temperatura y el tiempo.

—Perfecto, ahora solo nos toca esperar una hora—.

—por que tanto tiempo? Ya lo quiero comer ahora—.

—Debemos esperar hasta que no esté crudo—.

Le quité el pequeño mandil que traía puesto y la cargué para bajarla de la silla en donde se subía para poder alcanzar la mesa correctamente.

—Ve a dibujar mientras está el pastel—.

—Si hermanita—.

Aunque ella tuviera dos años, ya sabía hablar y también caminar, cosa que parecía imposible pero yo la he enseñado a hacer muchas cosas como cocinar, dibujar, leer, escribir, caminar y sobretodo a hablar.

Mi hermana y yo siempre fuimos así. Nuestro vínculo era como el de mamá he hija aunque fuéramos hermanas.

—Abuelo, ahora vengo, voy a comprar unas cosas—.

El desvió su mirada de el sudoku que traía en las manos y volteó a verme.

—No tardes—.

𝐓𝐨𝐦.

—Voy a la tienda—.

—Tu no vas a ir a ningún lado y si vas a salir voy contigo—.

—Yo voy solo, no tardo—.

—Ya dije que no. yo iré contigo y punto—.

Fruncí el ceño y rodeé los ojos. Ahora tenía que soportar ir con tamara.

—Bien, ya vámonos—.

Llegamos a la tienda de comestibles y oh no, mi mala suerte. Ahí estaba Alba con un vestido blanco y su pelo ondulado suelto. Se veía muy hermosa.

—A quien estás viendo kaulitz?!—.

Ella trataba de ver a quien estaba viendo fijamente.

—No, a nadie. Vámonos que tengo que pasar por la comida a la casa de mi mamá y llevarle la comida al señor Eusebio—.

—Vámonos—.

Ella me jaló del brazo llevándome a la entrada sin embargo mi mirada se volvió a fijar en Alba quien estaba escogiendo un par de fresas y más frutas. Ella no se dio cuenta de que yo estaba ahí, viéndola como un idiota.

Estaba harto de que tamara estuviera ahí pegada a mí como un puto imán. Lo peor es que yo no podía hacer nada por que era mi esposa y si le negaba algo se ponía como loca, simplemente trataba de prevenir que eso sucediera.

—Hola mamá—.

—Hola cariño, aquí está la comida, llévasela al señor Eusebio por favor—.

The sea of love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora