Capítulo 4

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"El naufragio del primer amor siempre deja         Arena en el corazón"

Lo leo y acaricio la letra con los dedos. Me estremezco y una sensación incómoda, pegajosa se apodera de mi. Una reflexión bastante íntima.

Apago la luz de la pequeña lámpara de mi mesita de noche. Le doy un beso en la frente a Yannis y después me acomodo de lado cerrando los ojos e intentando dormir pero no lo logro.

Un sentimiento de que sucederá algo malo se apodera de mí. Me bajo de la cama y abro la puerta de la habitación saliendo al pequeño pasillo para después bajar las escaleras tratando de no hacer ningún ruido.

Agarro una linterna y busco la grande llave del faro en el baúl de la abuela. Al encontrarla ladee una sonrisa. Me puse una sudadera y sin hacer el mínimo ruido salí de la casa.

El aire y la brisa chocan contra mi cara, el sonido de las olas chocando contra las rocas que rodean el faro inundan mis oídos. Un pequeño escalofrío me recorre al pisar la arena esparcida por el puente de madera. Mala idea ir descalza.

Una pequeña ola inunda el puente, mojando mis pies.

—Mierda!—.

Me callé al instante que hice ruido. Al fin llegué a la entrada del faro quedando justo enfrente de la puerta y una grande cerradura algo oxidada y con un poco de moho alrededor de la madera.

Me armo de valor y encajo la llave en la cerradura moviéndola hacia la izquierda sin hacer mucho ruido, sin embargo al abrir la puerta se escucha un rechinado por lo oxidado de la puerta.

Sin duda todo se ve perfectamente limpio, podría comer en el piso sin problemas. Olía a sal y se sentía un ambiente húmedo. Enciendo la linterna y subo por las escaleras de caracol las cuales también estaban muy limpias. Al llegar al segundo piso hay un pequeño sillón con una mancha de café, recuerdo que la abuela había derramado un poco de café y el abuelo nunca quiso limpiar esa mancha para dejarla como un recuerdo.

Hay un escritorio de madera con muchas hojas, libros etc... todo acerca del océano. Una pizarra repleta de fotografías un poco amarillentas por el
Tiempo y algunas notas que no alcance a leer claramente.

Al voltear me di cuenta que estaba amaneciendo y se veía por la pequeña ventana atrás del sillón.

Cerré la puerta sin hacer mucho ruido y me devolví a mi habitación no sin antes limpiarme la arena de los pies

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Cerré la puerta sin hacer mucho ruido y me devolví a mi habitación no sin antes limpiarme la arena de los pies.

Aún me faltaba investigar más de ese faro.

Tom.

Decidí salir a dar una vuelta por la playa para ver el amanecer aprovechando que tamara estaba dormida.

Rascaba la arena con mis manos consiguiendo alguna que otra concha y observando como el mar las arrastraba. El agua se sentía tibia, perfecta para poder sentarte a la orilla de la playa a observar como sale el sol.

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