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El corazón es un misterio,
La fidelidad pende de un hilo,
La confianza balancea,
La mente respeta,
El cuerpo... Reacciona.

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Era la tercera semana de clases y un compañero nuevo llegó, tal vez no debería ser relevante, porque realmente no lo había visto en mi vida, sin embargo sabía que era alguien al que no debería de acercarme tanto y menos cuando mi vida pacífica comenzó a cambiar.

—Soy Arturo, tengo diecinueve años y... Ya no sé que decir— algo de él se me hacía familiar, como si lo hubiera visto alguna vez, pero estaba segura de que no era así.

—¿Pareja?— ¿por qué a los maestros les gustaba tanto saber eso?

—No.

—Pues aquí hay varias chicas...— insinuó el docente, el chico escaneó la habitación con la mirada y me miró concretamente a mí, giré la mirada hacia mi celular y luego hacia el licenciado.

—Eso veo...— el maestro lo notó pero no hizo comentario alguno, eso sí, nadie le quitaba esa sonrisa insinuativa— ¿puedo sentarme?

—Sí, hay varios asientos disponibles, toma el que gustes— y eso hizo, sentarse frente a mí— por cierto Arturo, pide los apuntes de estas semanas que pasaron, para que no te atrases.

—Eso haré.

El profesor, satisfecho, siguió con la explicación que estaba dando, luego de una hora la chicharra sonó dando por terminada la clase, Arturo, si mal no recordaba su nombre, volteó y me miró por un segundo.

—¿Aurora?— preguntó y asentí— ¿me puedes pasar los apuntes?

—Sí, claro— bien, digamos que mi plan inicial de no hacer amigos se había ido al caño al ver que el grupo en general era agradable y que todos congeniabamos tan bien que no pude evitar hablarles, ahora me llevaba bien con todos y el nuevo no sería la excepción al parecer— ¿me pasas tu número para agregarte al grupo y mandarte los apuntes?— le extendí el celular, él lo tomó y apuntó su celular, en cuanto lo tuve guardado se lo mandé a la jefa de grupo— bien, en un rato te envío todo.

—Muy bien, gracias Aurora.

Las clases continuaron con normalidad y resultó ser alguien agradable aunque a veces parecía muy serio, en el desayuno me pidió un recorrido por la escuela que en realidad fue muy corto porque en sí las instalaciones eran pequeñas.

—Y aquí son las oficinas de dirección— acabamos en primera planta luego de cinco minutos, el lugar era tan pequeño que podías señalar las cosas y veías el fin de la escuela en todo momento.

—Guau... Era menos de lo que imaginaba— comentó sin alguna expresión— me gusta.

—A mí también, pero bueno, hay que ir a desayunar— regresamos al salón por nuestras cosas y fuimos hacia la terraza, nos sentamos en una banca que se encontraba pegada a la pared.

—Y Aurora... ¿Qué tal te parece el plan de estudios?

—Me parece que está bien y hasta el momento las clases me gustan— le di una mordida al sandwich y lo miré— ¿Y tú? ¿Por qué llegaste hasta ahorita?

—Estaba en otra universidad pero hubo algunos problemas con la administración y decidí cambiarme— asentí sin mucha atención, a esa hora generalmente hablaba con Rodrigo, mi celular no alumbraba ni una sola notificación, cuando estaba a punto de hablar justo su llamada llegó, así que respondí luego de pedir una disculpa rápida.

—Hola, amor— el chico a mi lado se volteó a otro lado cuando pronuncié aquello, no le tomé importancia en ese momento, pero de algo que sí me percate fue de una persona que a lo lejos nos miraba con el ceño fruncido y una clara duda en su expresión— ¿Cómo estás?

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