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El destino prepara cosas inesperadas
La vida nos enseña a enfrentarlas
Los días pasan sin miedo
Las horas son eternas
Los minutos cortos
Y los segundos inciertos.

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Mi celular comenzó a vibrar como loco, Emmaus a mi lado miró con cierto recelo el aparato pues estábamos a media clase y el tema estaba realmente interesante, lo tomé y dejé sobre mis piernas para que la vibración ya no molestara, aproveché para ver de quien eran los mensajes y al ver la urgencia de Aurora tan solo pude pensar que era algo serio, la clase iba a la mitad y estaba casi seguro de que si salía no podría volver a entrar, además de que si me descubrían me quitarían puntos y eso era lo que menos necesitaba.

Sin pensarlo guardé el teléfono en la mochila rezando por qué no fuera tan grave, aunque de nuevo, lo dudaba.

La hora que faltaba me supo eterna y cuando por fin pudimos salir fui el primero en hacerlo, Emmaus me siguió con dificultad y al estar a mi lado y ver mi rostro no hizo comentario alguno, aunque sabía que era algo lo significativamente malo para que lo ignorara por completo.

—¿Te parece si en lo que haces tus cosas vamos caminando a la zona de comida?— asentí y leí los mensajes uno trás otro, cuando detecté que el mayor implicado era David, marqué sin duda.

—Amor, ¿qué pasa? ¿Por qué David no fue a la escuela?— mi molestia no era hacia ella, pero así lo hice ver, la mirada de Emmaus me lo dijo todo, respiré hondo— perdón, ¿cómo está David?

—Está bien, aunque triste porque hoy era su torneo de básquetbol— escuché el grito de mi hermano algo alejado del teléfono— te lo paso, había con el por favor.

—¡Hola, Rodri!

—¿Les avisaste a dónde irías?

—No, papá no estaba en casa y mamá se quedó dormida, cuando despertó me dijo que estaba ocupada con Sara así que salí para tratar de ir a la escuela— me detuve un momento tratando de entender todo aquello— pero a medio camino ví a Aurora y preferí quedarme con ella— Emmaus se detuvo, tratando de descifrar qué pasaba— ella salió antes de clase y me trajo a casa, pero nadie estaba, así que estoy en su casa esperando a que vengan por mí, solo que ella no tiene sus números.

—David, no vuelvas a salir así, por favor— no fue un regaño, tan solo fue una súplica, abrí los ojos despacio, seguí avanzando con Emmaus a la par— pásame a Aurora, por favor.

—¿Ahora entiendes?

—Sí, lo hago, ahora le hablo a mis padres y perdón por hacerte salir de clases— hizo un sonido de negación aunque sabía que le preocupaba, miré al frente cuando llegamos a la zona de comida— gracias de verdad— más agradecido no podía estar, pero me estresaba saber que por irresponsabilidad de mis padres Aurora estuviera perdiendo clases.

—No es nada, tranquilízate un poco y márcale a tus padres— asentí para mí mismo— suerte en tu día, amor, adiós— colgó sin dejarme contestar.

Busqué el contacto de mi padre y antes de que si quiera sonara el primer timbre por completo, la línea se abrió y la voz preocupada de mi padre apareció.

—¿Sabes algo de David?

—Está en casa de Aurora— el silencio que siguió a mi revelación fue sepulcral— ¿Me puedes explicar cómo es que yo sé dónde está mi hermano mejor que ustedes que se supone que están con él?

—Yo estoy en la oficina, tu madre era la responsable de llevarlo hoy a la escuela, pero se sentía mal...— lo corté antes de que siguiera con aquello, iba a creerle a David, no a ella y menos lo que le decía a mi padre.

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