La cabaña [Eremika]

5

Me encontraba acostada en la cama a pesar de que debía ser alrededor del medio día, ya que había agarrado un resfrío. Afortunadamente, el señor Grisha era médico, por lo que le enseñó a Eren algunos cuidados para enfermedades, lesiones y resfríos, así que él estaba cuidando de mí.

Recuerdo que me regañó los primeros días, ya que seguí haciendo todo con normalidad a pesar de mi mal estado, por esa misma razón es que la situación empeoró hasta tener fiebre.

Eren entró al cuarto con un paño que probablemente acababa de humedecer con agua helada, por lo que se acercó a mí y lo puso en mi frente.

-¿Cómo te sientes ahora?- preguntó con voz suave, pues sabía que los ruidos fuertes provocaban que mi dolor de cabeza aumentara.

-Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento- mi voz se oía congestionada.

-Haré alguna medicina con hierbas- asentí con la cabeza y él volvió a retirarse de la habitación; tuve intenciones de esperarlo, pero me quedé dormida, al parecer mi cuerpo estaba muy cansado de combatir el resfrío.

-Mikasa, debes tomar la infusión antes de que se enfríe demasiado- Eren me estaba despertando.

-Sí, lo siento- me acomodé en la cama hasta estar sentada y recibí en mis manos la taza que sentía tivia, le di un sorbo y saboreé un poco. Por su parte, Eren no despegaba su mirada de mí, supongo que esperaba mi aprobación.

-Está bien, Eren y aunque tuviera mal sabor, sería culpa de las hierbas, lo importante es que me ayude a superar el resfrío- intenté tranquilizarlo.

-Tienes razón- sonrió y se sentó a los pies de la cama para esperar que terminara de tomar toda la medicina. Cuando lo hice, dejé la taza sobre la mesa de noche, la cual pensé que Eren se llevaría, en cambio se acostó a mi lado.

-Vas a contagiarte- le dije.

-Si fuera así, por lo menos podría estar más cerca tuyo- ante su comentario me sonrojé.

-Nadie nos va a cuidar si ambos nos resfriamos.

-Tienes razón- dijo con una sonrisa, sin embargo solo se movió para abrazarme y me acurruqué en su pecho, luego me dio un beso en la frente, pero se alejó rapidamente.

-¿Qué sucede?- pregunté confundida.

-Aun tienes fiebre, es mejor que no nos acerquemos, volveré a mojar el paño para tu frente- dicho esto, se puso de pie y tomó el objeto mencionado con sus manos.

-Eren...- llamé a su nombre, por lo cual se volteó a mirarme.

-Gracias por cuidarme- dije.

-No es nada, no voy a dejarte morir obviamente. Ahora descansa, apenas puedes hablar.

Asentí con la cabeza y al poco rato volví a dormirme.