Tiempos Rotos

brillas en Cancún

Pov Amity

Cancún se convirtió en nuestro refugio, un lugar donde el sol besaba suavemente la piel y las risas se mezclaban con el sonido de las olas. Mientras construíamos recuerdos en la playa, descubrí que la comedia también podía ser una herramienta curativa.

Una tarde, mientras intentábamos surfear en las olas (o más bien, intentaba que Luz y Dani no se cayeran de la tabla), la escena se volvió cómica.

Amity: (se ríe) Luz, ¿estás segura de que alguna vez has hecho esto?

Luz: ¡Claro! ¡En mis sueños siempre soy una maestra del surf!

Dani: (riendo) ¡Mami, creo que Luz y yo somos las peores surfeadoras del mundo!

Luz: (sonríe) ¡Es posible, pero nos estamos divirtiendo!

Después de varias caídas al agua y risas compartidas, decidimos dejar el surf para los profesionales. En lugar de eso, optamos por construir un castillo de arena elaborado.

Dani: (entusiasmada) ¡Vamos a hacer el mejor castillo del mundo!

Luz: ¡Y pondremos un foso lleno de agua de mar para protegerlo!

Amity: (riéndose) ¿Un foso? Esa es una idea interesante.

Mientras construíamos nuestro castillo de ensueño, la arena volaba por todos lados, y en algún momento, terminamos teniendo más arena en nuestras cabezas que en el castillo.

Luz: (riendo) Creo que hicimos todo lo contrario a un castillo. Ahora parece más un monumento a la arena.

Dani: (riéndose) ¡Pero es nuestro monumento! ¡El monumento más divertido!

Después de nuestras actividades playeras, decidimos explorar los mercados locales en busca de souvenirs. Luz estaba decidida a encontrar algo "extraordinario".

Luz: (escarba en un puesto) Aquí tiene que haber algo único.

Amity: (observando) ¿Qué tal ese sombrero con frutas?

Luz: (lo prueba) ¿Cómo me veo?

Dani: (riendo) ¡Como una mezcla entre una chef y una surfista!

Al final del día, con sombreros extravagantes y recuerdos peculiares en mano, regresamos a nuestro refugio en la playa.

Amity: Chicas, hoy fue increíble.

Luz: Y mañana será aún mejor.

Dani: ¡Sí! ¡Mañana, más aventuras!

Cancún nos regaló no solo risas, sino también la certeza de que incluso en medio de las adversidades, siempre hay espacio para la comedia y la alegría. Con cada carcajada, construíamos una nueva capa de felicidad sobre nuestras vidas, convirtiendo Cancún en el lugar donde las risas florecían bajo el sol.

La brisa nocturna de Cancún nos envolvía mientras Luz, Dani y yo disfrutábamos de la cena en la playa. Habíamos compartido risas, pero había una tensión palpable en el aire, una mezcla de nostalgia y esperanza.

Luz: (seria) Amity, hay algo que necesito decirte.

Amity: (asiente) Estoy lista, Luz.

Luz: (respira hondo) Sé que cometí errores en el pasado, y quiero pedirte perdón. Entiendo si necesitas tiempo para sanar.

Amity: (suavemente) Luz, no esperaba que todo se solucionara de la noche a la mañana. Pero agradezco tu sinceridad.

En ese momento, Luz se acercó un poco más, su mirada buscando la mía con intensidad. Las estrellas en el cielo parecían brillar con complicidad.