ÚNICA PARTE: De Príncipes y Plebeyos

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Hace muchos años, más de los que puedo contar, existía un imperio llamado Haki, que era reconocido por ser uno de los pocos imperios en ser pacificos, en cuanto a conflictos internos, y bastos en toda clase de materia prima, desde lana, hasta minas de oro.

Pero aún así, era una nación meramente clasista, y tomaban, muy en cuenta, las jerarquías con las que nacían. Era imposible ver a un noble convivir con un plebeyo; gente pobre, sin educación y rateros, como se les eran conocidos.
Los plebeyos no se quedaban atrás, pues percibían a la nobleza como gente estirada y sin cerebro, vacíos de alma y corazón.

Y tal vez tenían un poco de razón, ya que a la gente noble le gustaba mucho hablar a espaldas de otros nobles, aunque sean familias amigas.

Pues bien, con esto en mente, se corría un fuerte rumor sobre la familia Jiang. Sobre el jefe de familia, el marqués Jiang Fengmian.

Se decía que, hace un par de años atrás, tuvo un amorío con una mujerzuela plebeya, quedando ella embarazada, y muriendo en el parto. El marqués, que amaba tanto a la difunta joven, no se atrevió a deshacerse del bastardo, y decidió llevarlo a la casa de la familia, donde no solo vivía la esposa legítima, sino que también, los únicos dos hijos legítimos del matrimonio. Un señor sin vergüenza ni valores.

Pero era solo eso, un rumor, pero un rumor completamente alterado y fuera de la realidad.

Sí, el marqués Jiang Fengmian sí había recogido a un niño huérfano de las calles marginadas, pero eso fue porque los padres del infante murieron en un desafortunado accidente, dejando al pequeño solo.

Pero claro, esta versión, la versión real, solo lo sabía la familia, aunque Madam Yu nunca llegó a estar del todo convencida, y se dejó llevar más por la versión de los demás. Por el contrario, ambos hijos aceptaron al reciente llegado casi al instante, bueno el hijo mayor tardo un poco más.

Al principio el marqués quería acabar con los rumores maliciosos y limpiar su nombre, pero solo basto un poco de tiempo para darse cuenta que con estas personas era imposible razonar. Así que solo lo dejo estar.

Pero, a pesar de todo el caos, la familia no cayó en desgracia financiera, ni en honor y desprestigio. Solo dejaron de ser invitados con regularidad a los eventos sociales, cosa que a Madam Yu no le agrado y fue, incluso más, agresiva con el pequeño niño.

En cuanto al niño en cuestión, de nombre Wei Wuxian, porque claro, nunca fue adoptado legalmente, solo lo recogieron de la calle y le dieron un hogar, pero no el apellido de la familia; vivía una vida tranquila y feliz, en lo que cabe. Fuera casi perfecta, de no ser por Madam Yu, y su contante maltrato.

Wei Wuxian, un niño de ocho años, era el caos hecho persona. Era un niño extrovertido y muy imperativo. Le gustaba trepar árboles, jugar con lodo, y no dejar de correr hasta que cayera al piso.

Pero sobre todo, le gustaba escaparse de casa por la noche, era ridículamente fácil evitar a los guardias de la familia.

Wei Wuxian, tenía una razón muy válida para sus escapes. Resulta que un poco lejos de la mansión del marqués, llegando al pueblo más cercano, se encontraba un pequeño lago muy bien escondido entre el inmenso bosque, que la luz del sol se veía hermoso, pero a la luz de la luna se veía magnífico. Parecía un paisaje sacado de un cuento de hadas, un cuento de fantasía. Sumándole al hecho de que, a pesar de que el lugar era iluminado por la luz de la luna, también era iluminado por cientos de miles de luciérnagas. Un espectáculo digno de ver.

Es así como comienza esta historia, con un Wei Wuxian de ocho años llegando a su lugar seguro. El lugar era igual que siempre, hermoso, pero había algo diferente. Algo que nunca había visto allí antes, o bueno, ese algo era un alguien.

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