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Cuando Moly apareció en el cuarto que compartía junto con Ginny y Hermione y mezarandeó para despertarme, me pareció que me acababa de acostar.

-Es la hora de irse, cielo.- me susurró, dejándome para ir a despertar a Ginny y a Hermione.

Nos vestimos en silencio, demasiado dormidas para hablar, y luego, bajando por las escaleras, nos encontramos a Harry, Ron, Fred y George, que estaban igual o peor que nosotras.

La señora Weasley removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y Arthur, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino.

Levantó la vista cuando entramos y extendió los brazos para que pudiéramos verle mejor la ropa.

Llevaba prendas bastante extrañas, que consistían en un jersey estrafalario y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grue­so cinturón de cuero.

-¿Qué os parece? Se supone que vamos de incógnito... ¿Parezco un muggle, Harry?- le preguntó papá a Harry.

-Sí. Está muy bien.- dijo Harry, bostezando.

-¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy?- pre­guntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

-Bueno, van a aparecerse, ¿no?, así que pueden dormir un poco más.- dijo Molly, sirviendo el desayuno.

Sabía que aparecerse era algo muy difícil.

Había que desaparecer de un lugar y reaparecer en otro casi al mismo tiempo.

-O sea, que siguen en la cama... ¿Y por qué no po­demos aparecernos nosotros también?- preguntó Fred de mal humor.

-Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el exa­men.- dijo Molly bruscamente.

-¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse?- preguntó Harry.

-Desde luego. El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagrada­bles. Esos dos que os digo se escindieron.- dijo el señor Weasley.

Todos hicimos gestos de desagrado menos Harry.

-¿Se escindieron?- repitió Harry, desorientado.

-La mitad del cuerpo quedó atrás. Y, por supuesto, estaban inmoviliza­dos. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que es­perar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, os lo puedo asegurar, con tantos muggles que vie­ron los trozos que habían dejado atrás...- dijo Arthur.

Realicé una mueca de asco parecida a la de Malfoy.

*Malfoy. Hoy me lo encontraré. ¿Por que estoy nerviosa? ¡Que pasa conmigo?*

-¿Quedaron bien?- preguntó Harry, asustado.

-Sí. Pero les cayó una buena multa, y me parece que no van a repetir la experiencia por mucha prisa que tengan. Con la aparición no se juega. Hay muchos magos adultos que no quieren utilizarla. Prefieren la escoba. Es más lenta, pero más segura.- dijo.

-¿Pero Bill, Charlie y Percy sí que pueden?- intervino Hermione.

-Charlie tuvo que repetir el examen. La primera vez se lo cargaron porque apa­reció ocho kilómetros más al sur de donde se suponía que te­nía que ir. Apareció justo encima de unos viejecitos que estaban haciendo la compra, ¿os acordáis?- dijo Fred con una sonrisa.

-Bueno, pero aprobó a la segunda.- dijo la señora Weasley, entre un estallido de carcajadas, cuando volvió a entrar en la cocina.

-Percy lo ha conseguido hace sólo dos semanas. Desde entonces, se ha aparecido todas las maña­nas en el piso de abajo para demostrar que es capaz de ha­cerlo.- dije con mal humor.

La menor de los Diggory 4 (Draco Malfoy y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora