CAPITULO 2.- CONOCIENDO A REBECA

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El verano estaba por terminar, las cosas raras se habían calmado volviendo la vida de cuatro adolescente algo más que aburridas. Al menos así lo veía un chico alto, de pelo rubio, con ojos marrones como el chocolate, quien después de su trabajo a tiempo parcial repartiendo periódicos, así como mesero en un pequeño café cercano al departamento de su hermano, no había otra cosa en que entretenerse. Era un día normal mas, un día con clima caluroso que se presentaba en la Isla de Domino, Joey había decidido ir a jugar un rato con Yugi, quizás practicar un poco de Duel Monster lo pusiera en forma o tal vez algún videojuego nuevo que Megumi tuviera.

Llego alrededor del medio, para su sorpresa en el lugar ya se encontraba Tea, tomando un vaso de agua fresca de frutas en la sala de star de los Mutuo.

No es que eso fuera extraño, pero parecía que cada vez esos dos se acercaban mas, solían pasar mucho más tiempo del esperado juntos desde que volvieran del torneo. Pese a lo distraído que podía ser, Joey se había logrado dar cuenta del cambio que había tenido la chica para con su pequeño amigo; quizás el único que no se daba cuenta realmente era el pequeño Yugi.

Quizás podría Intentar más tarde hablar con Yugi o Yami, de como se sentían al respecto.

Frunció levemente el ceño ante ese pensamiento, aun no terminaba de creer que el Puzle Milenario que tanto atesoraba su pequeño amigo, habitaba un espíritu, que por cuestiones extrañas de la vida se parecía a él.

- Hola Joey.- Saludo el pequeño tricolor con una radiante sonrisa en su rostro que lo saco de sus pensamientos al verlo subir las escaleras de la tienda al departamento.

-Hola Joey.- pese a la sonrisa que dibujo la castaña, sentía que sonó un poco forzada para su gusto.

-Hola Yug, hola Tea.- Joey sonrió de forma despreocupada decidido a ignorar el sarcasmo de su amiga de pelo castaño, sobre todo porque en su mente aún resonaba las palabras del Comisionado Gardner "Lastiman a mi pequeña y les haré la vida imposible", un escalofrío surco su columna ante la idea de ser destrozado por imponente sujeto.

- ¿Esta todo bien?.- el pequeño tricolor arqueo la ceja ante el repentino silencio de sus amigos.

- Si, Yug, solo pensaba que como tenía un tiempo libre podíamos salir un rato al parque o jugar algún nuevo juego, lo que prefieras.

- Me parece bien, podemos llamar a Tristán para aprovechar el tiempo. Creo que Megumi acaba de comprar un nuevo videojuego para la consola.

-Perfecto Yug, eso me parece genial... Es más ahora mismo le marco a Tristán.

Sin esperar respuesta Joey, tomo su celular y salio al pasillo para hablar con Tristán.

Conociendo a su amigo de pelo castaño y peinado exótico, no tardaría en arribar a la tienda-casa de los Mutuo.

Tal como lo había pensado, el chico no dudo en traer consigo su nueva motocicleta. Joey recordó como desde que cumplieran los 15 años el castaño se había obsesionado con tener una, pese que sus padres siempre habían tratado de darle lo mejor considerando que el chico era hijo único de la familia Taylor, aun así la señora Taylor consideraba que su hijo jamás tendría una monstruosidad que solo conducían los rebeldes, aquello también lo había aceptado el patriarca de la familia, por lo que el chico comenzó a tener trabajos parciales con sus vecinos para lograr ahorrar, así como sus domingo; quizás por eso a veces las personas que conocían a la distancia al chico de ojos cafés suponían que era un malcriado, sin embargo realmente era tan tierno como un gatito y siempre dispuesto a ayudar a sus amigos. Alguien que jamás se rendiría por cumplir sus sueños.

Uno de sus sueños era encontrar una chica que lo amase como sus padres se amaban, pero el chico realmente tenía mala suerte en el plano amoroso, pese a que Yugi consideraba que tanto Tristán como Joey eran chicos que cualquier mujer aceptaría en su vida.

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