V: Yo por ti, tú por mí.

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«Bueno, tal vez estaba destinado a desaparecer.
Solo somos una habitación repleta de extraños»
sTraNgeRs (BMTH)

Solo somos una habitación repleta de extraños»sTraNgeRs (BMTH)

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Harry era un novato en los negocios. Llevaba apenas un año trabajando para El viejo, un ex soldado que vivía de masacrar a otros. Alguna vez le contó que en la guerra, entendió lo fácil que era morir y se quedó fascinado con la fragilidad del cuerpo humano. Vi a mis compañeros morir, decía, y la pasé mal pero al mismo tiempo, pensaba en lo fácil que es matar a alguien.

Cuando Harry lo conoció, no esperó nunca trabajar para él. Coincidieron una noche en un burdel, unas copas y de repente, Harry le contaba lo enfadado que estaba con la vida por razones que tal vez en esa edad no era capaz de entender. Me falta dinero, mi madre trabaja diez horas y no alcanza para nada, decía Harry entre sorbos de ron y cerveza barata. Para ese entonces, estaba lleno de tatuajes porque le fascinaba el pinchazo de las agujas sobre su piel. El le ofreció trabajo de noche para que no dejara sus estudios, cuando se dió cuenta de que trabajaba era demasiado tarde para echarse atrás. Ahora que lo sabes, no puedes irte, le advirtieron.

Harry nunca quiso irse de todos modos. A lo único que temía era a los enemigos y la policía. En cualquier momento uno de los dos atacaría. El negocio de El Viejo iba viento en popa, todos hablaban de eso pero nadie hacía nada al respecto, al menos, él no sabía de nada.

Por eso esa mañana se despertó temprano, se recogió el cabello y guardó una navaja en los bolsillos traseros de su pantalón. Sea quien sea que se estaba haciendo pasar por su amigo, algo quería, y necesitaba saber qué, y porque Anne estaba en medio. Lo único que le importaba era que ella estuviera bien.

Cuando llegó, la carretera estaba casi vacía, salvo por un viejo auto oxidado aparcado al costado. Sin vacilar y atento a todos lados, se acercó, sacando la navaja de su bolsillo y apretándola fuerte, deseando tener el valor de hacer algo que implicara sangre, porque Harry Styles nunca había herido a nadie con un arma.

Miró por la ventanilla del auto, pero no encontró a nadie. Intentó abrir las puertas, pero estaban cerradas. Tragó saliva sintiéndose ligeramente nervioso cuando escuchó pasos tras de él.

Había un hombre de ojos azules levantando las manos.

—Tranquilo, no estoy armado -dijo con voz grave —. Me alegra que vinieras, Harry.

—¿Quién putas eres? -preguntó enojado — ¿Y por qué me has dicho a mi madre que somos amigos?

—Oh pues… te estuve siguiendo ¿No es eso lo que hacen los amigos? Soy Joseph.

—¡Nunca te ví! ¿Qué mierda quieres? ¡Dime! O te abriré el cuello.

—Está bien, no te alteres -dijo bajando lentamente las manos hacia sus bolsillos. Harry lo observó sin pestañear —. Porque se en lo que trabajas y quería pedirte algo. Necesito un corazón para mí hija…

Durmiendo Con El Enemigo » Larry Stylinson  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora