XIV: Detalles.

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«¿Te he conocido por veinte segundos o veinte años?»

Lover (Taylor swift)

Algo curioso acerca de Louis, es que nunca se daba cuenta de las cosas hasta que era muy tarde

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Algo curioso acerca de Louis, es que nunca se daba cuenta de las cosas hasta que era muy tarde. Una mañana, después de lo sucedido con Renata, en su mente se instaló Harry Styles y no pudo sacarlo de ahí, ni dejar de pensar en ese único beso, ni la forma en la que siempre lo abrazaba aunque él decía que odiaba el contacto físico.

Por más que intentaba no pensar en ello, a veces se encontraba mirando a Harry y se daba cuenta que de hecho, era realmente atractivo. Tenía la espalda ancha, la voz ronca, y algo que le resultó fascinante y extraño al mismo tiempo, era lo grandes que eran sus manos. A menudo las miraba sin darse cuenta, y cuando se percataba, corría la mirada, avergonzado, esperando (y rezando) que Harry no lo hubiera notado.

Le sorprendió también la velocidad de los hechos, cómo de un día para el otro, no podía dejar de pensar en él, de tocarse los labios con la punta de los dedos y sonreír al recordar su primer beso. Harry varias veces al día le decía que parecía un lunático sonriendo por nada. Louis prefería que no supiera que recordaba el beso como un loop desde que se despertaba hasta que dormía. Todo esto, muy a su pesar.

De repente notó cosas que a primera vista no notó, o que ignoró a propósito. Nunca notó que cantaba en la ducha, que tenía la voz bonita cuando entonaba canciones que nunca había escuchado. O cuando una mañana insospechada, se despertó y dió un brinquito al notar a Harry cerca suyo. Aprovechó que dormía para contarle los lunares del rostro y tuvo que tener voluntad de hierro para no tocarlos.

Tampoco se percató que cuando estaba concentrado, sacaba la lengua hacia un costado. Cómo apretaba los puños cuando estaba enojado, pero también cuando se emocionaba por algo. Las maldiciones, las sonrisas que se le escapaban, sus hoyuelos, las tarde de solo sentarse frente a la ventana, de sentir el aire contra la cara, sin ser consciente de lo condenadamente lindo que se veía y como el estómago de Louis se cerraba de tan solo pensar que se veía bonito simplemente estando distraído.

Culpaba al encierro, a ser un inexperto en esos temas de amor, a Harry por robarle su primer beso, a esos abrazos, los tres lunares en su rostro, a la ventana rota porque cuando corría viento, los rizos de Harry se movían salvajes de un lado al otro, cómo si fuera un Adonis.

Se trata de convencer de que era algo pasajero, algo que nació por la necesidad, por el encierro. Pero sin darse cuenta se apoderaba de él una fiebre incontrolable, que se le instalaba en el estómago y se extendía hasta sus mejillas. Sentía las piernas flojas, había perdido el apetito y solo esperaba que la noche llegase para acercarse silenciosamente a él, porque le encantaba el terror que le daba darse cuenta de que le gustaba y al mismo tiempo, sentía ganas de vomitar.

No sabía qué esperar pero después de un tiempo, dejó de resistirse al sentimiento y lo disfrutó como nunca antes. Se entregó a esa atracción de lleno, sin importarle estar siendo demasiado obvio. Le gustaba Harry, le gustaba que después de lo ocurrido con Renata, estuviera pendiente de todo lo que hacía. Le encantaba que actuara cómo si realmente le importara ¿Qué más daba si lo hacía por cortesía? De todos modos, disfrutaba la atención que recibía.

Durmiendo Con El Enemigo » Larry Stylinson  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora