Flavours - George Russell

614 23 1
                                    

Los días de lluvia sin duda eran los mejores para Margot. Desde pequeña, había tenido un olfato bastante agudo, así que no fue mucha sorpresa que tuviera cierta fascinación por los olores.

Disfrutaba tanto de los aromas que cuando crecío, decidió heredar la tienda de tés e infusiones de su madre. Aunque era un poco pequeñita, ella era la persona más feliz del mundo.

Esa mañana, el cielo nublado le indicaba que uno de sus olores favoritos no tardaría en hacer acto de presencia. Así que, se dió una ducha caliente y se puso algo cómodo.

Hacía un mes aproximadamente, las temperaturas en Londres habían disminuido considerablemente, así que se puso un abrigo largo y agarró un paraguas.

El camino a su tienda no era demasiado largo, de hecho, solo tenía que bajar las escaleras de su casa hacia la planta de abajo. Pero, disfrutaba dando un paseo corto antes de empezar a trabajar. Así que, como todas las mañanas salió a la calle.

- Buenos días señora Thompson, qué tal su día?- En el barrio había una señora rechoncheta y bajita que siempre hacía galletas y le llevaba una pequeña cajita a la tienda.

-Querida, buenos días. Esta tarde te llevaré unas galletitas de pistacho. Sé que son tus favoritas.- La señora Thompson le sonrió tiernamente y se despidió de Margot.

Al poco tiempo un leve chisporroteo se hizo presente, por lo que Margot, decidió regresar a la tienda y comenzar su jornada laboral.

La llucia se intensificó con el paso de las horas, hasta tal punto que apenas se podía ver la calle. Como era improbable que hubiera clientes con ese clima, decidió hacerse un té y continuar leyendo un libro que había empezado hace unos días.

Cuando se estaba sirviendo la taza de té, la puerta se abrió con prisa haciendo sonar la pequeña campanilla.

Margot se sorprendió al ver a aquel chico entrar. Era muy alto e iba chopado de arriba a abajo.

-Perdóneme señorita, es que no hay donde ir con la que está cayendo y este era el único lugar con una luz encendida.- El chico se quedó en la entrada con el agua resbalando por sus mechones rubios.

La chica no pudo evitar sonreír al ver la situación y se acercó con calma.- No te preocupes, dame un momento y te traigo una toalla para que puedas secarte.- le indicó que dejara el abrigo en el perchero y se metió en la trastienda para buscar una toalla.

A los minutos volvió con una toalla para el pelo y una gran sudadera- Toma, espero que te esté bien. No tengo mucha ropa de chico, lo que hay es de mi padre...-

-Muchas gracias...- El chico no se quedó en silencio mientras la miraba a los ojos y agarraba la toalla.- No me he presentado, me llamo George.-

-Un placer George, yo me llamo Margot.- La muchacha le sonrió amablemente y fue a preparar más té mientras le dejaba cambiarse de ropa.

George no pudo evitar echar un vistazo a la pequeña tienda. Era muy acogedora y cálida. Las paredes estaban recubiertas de estantes con distintos recipientes llenos de infusiones y tés. Había un mostrador rústico al final de la habitación y una pequeña mesita con un par de sillas en una esquina.

Margot volvió con dos tazas de té y una tetera llena de agua. Las dejó con cuidado en la mesa y se quitó el pequeño delantal.- Y dime George, que quieres tomar? Tengo muchos tipos de tés e infusiones.- La chica le sonrió ampliamente y dejó la toalla que le había prestado al más alto en el mostrador.

-Pues la verdad, no lo sé. No he probado muchos tés en mi vida...- Margot se giró con brusquedad y abrió los ojos como platos.

-Eso tiene que ser una broma! Hablas en serio?!- La muchacha no podía creerlo. Cómo podía ser que alguien que vivía en Inglaterra no hubiera disfrutado de esta bebida?

F1 One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora