Predictions - Fernando Alonso

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El frío invernal ya se podía sentir en Oviedo. Ahora que había terminado la temporada de carreras, ya no tenía que viajar de un lado a otro.

Aunque, la mayoría del tiempo lo disfrutaba mucho, ser parte de un equipo de un deporte que se mueve por todo el mundo es agotador.

Poder estar en mi casa, con mi pijama y mis zapatillas de andar por casa era todo un lujo que no podía permitirme casi nunca.

Aprovechando el temporal y mi tiempo libre me di una larga ducha de agua caliente. Fernando estaba roncando como un oso en mi cama. Nos conocíamos desde niños.

Habíamos estudiado juntos y ambos eramos amantes de la velocidad. Así que, no tardamos en hacer buenas migas. Desde entonces hemos sido mejores amigos.

Cuando terminé de ducharme me puse mi pijama y mis zapatillas de andar por casa. Fueron un regalo de cumpleaños de Fernando. Siempre me han gustado los perritos. Así que, supongo que no dudó en comprarme las porque eran de perritos rosas.

Salí del baño mientras intentaba no despertar a Fernando. Cerré la puerta y me dirigí a la cocina.

Hace un par de días había comprado unos moldes de galletas con figuritas navideñas. Así que, iba a hacer galletas de mantequilla.

Saqué la mantequilla y el huevo de la nevera y después la harina y el azúcar de la despensa.

Las galletas de mantequilla eran mi especialidad. Cuando Fer y yo íbamos al instituto siempre las hacía después de la época de exámenes.

Poco a poco fui perfeccionando mi técnica. Hasta el punto de que, tenía que hacer mínimo 60 galletitas para que el señorito no se las comiera todas sin dejarme ni una.

Cerré la puerta de la cocina y puse una película en la televisión.

La mezcla ya estaba lista. Así que, la envolví en papel trasparente y la metí al frigorífico durante media hora.

Mientras tanto encendí el horno y lo puse a 180 grados. En lo que dejaba todo listo, me senté en una silla y seguí viendo la película.

Era una nueva. Resumiendo, eran distintas parejas y su vida amorosa en navidad.

Para ser sinceros, no me estaba gustando demasiado, pero era lo que ponían en la televisión.

Cuando el temporizador me indicó que ya habían pasado los 30 minutos, saqué la masa de la nevera y me puse a hacer las figuras. Nada más meterlas en el horno, el olor a mantequilla impregnó la casa.

Poco me sorprendió cuando sentí unos brazos rodear mis hombros y apoyar la cabeza en el hueco de mi cuello.

-Bueno, bueno. Pero qué tenemos aquí? Si es el monstruo de las galletas.- me burlé de Fernando mientras me giraba para darle un beso en la mejilla y ordenar un poco su pelo ondulado.

Mientras bostezaba y estiraba los músculos, me dio un pequeño empujón con la cadera- No es mi culpa que te salgan tan buenas...-

-¿Eso ha sido un cumplido, señor "soy el mejor"?- Fernando puso mala cara y me hincó el dedo en el moflete.

-Que no se te suba a la cabeza rubita... Y, a todo esto, cuando estarán listas?-

Me di la vuelta mientras me reía disimuladamente, Fernando era la impaciencia en persona.- Pues, las acabo de meter en el horno así que, ya sabes...-

Lo escuché sentarse en la encimera mientras refunfuñaba- 25 minutos de sufrimiento en estado puro.-

Esta vez no pude evitar soltar una carcajada, realmente era un rey del drama - Siento decepcionarte guapetón, pero son 33 minutos para que queden blanditas por dentro y compactas por fuera.-

Se bajó de la encimera de un salto y me agarró de las caderas- Mira tú que pena bombón, te vas a derretir mientras se terminan de hacer. Que se le va a hacer, más para mí...- su boca estaba a centímetros de mi nuca y yo sentí que se me erizaba la piel.

Fernando y yo eramos muy cercanos. Pero, a veces éramos, demasiado cercanos...

Siempre había un coqueteo juguetón entre nosotros. Pero, era nuestra personalidad, nada más.

Si que es verdad, que alguna que otra vez, pues bueno... Que una cosa llevaba a la otra y al final todo terminaba en una sesión de besos.

-Atrás perro rabioso, no me hagas darte una patada en la espinilla.- me separé con una sonrisa mientras lo escuchaba reír.

Fernando apoyó los codos en la encimera mientras me daba un buen repaso con la mirada- Está bien, está bien, pero solo por esta vez. Y porque, sino, no me dejarás tocar las galletas.-

-Menudo interesado.- cogí los paquetes de harina y azúcar y me puse de puntillas para guardarlos en el cajón.

Tengo que admitir, que agradecí a todo lo que existía en el universo cuando sentí que otra vez estaba detrás mía.

Agarró mi cintura y me pegó a su cuerpo. Con su mano libre agarró los paquetes y los guardó en el cajón.

Nos quedamos unos segundos quietos. Hasta que, Fernando dejó un beso en mi nuca. Sentí que mi piel comenzaba a arder cuando dejó un beso húmedo en mi cuello. Sus manos recorrían mi cuerpo con suavidad mientas nos mantenía pegados.

Me giré para tenerlo de frente y nada más hacerlo me besó. Le seguí con gusto y le agarré del pelo.

Me levantó de las caderas y me sentó en la encimera. Yo envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras seguíamos besándonos.

Poco a poco el ambiente se iba caldeando. Beso a beso, roce a roce. Mi pulso estaba por las nubes mientras me acariciaba la espalda.

Noté como se sorprendía cuando le mordí el labio inferior. Se separó un segundo, que pareció una hora, para mirarme y después me besó con fuerza mientras me levantaba en sus brazos.

Me pegó contra la pared mientras su lengua recorría mi boca y yo me sentía en el paraíso.

El horno comenzó a pitar y yo me separé abruptamente.- Mala suerte guapo. Tendrás que esperar a la próxima.-

Siempre era así, nos besábamos como si fuera el último día de nuestras vidas, y luego, como si nada.

Eramos, pues eso, mejores amigos  con ciertos derechos. Y por ahora parecía que no llegaba a más.

Saqué las galletas del horno y las dejé sobre la isla que había en el centro de la cocina. Después me dirigí hacia la despensa.

Rebusqué entre los estantes hasta que encontré el azúcar glas- Que-Ni-Se-Te-O-cu-rra- Fernando levantó las manos en señal de rendición. Como siempre, había intentado robar una galleta antes de tiempo.

Me acerqué a las galletitas y las decoré con una suave capa de azúcar glas.-Ahora sí.- Como si fuera un cachorrito se lanzó hacia las galletas y se comió una.

Me reí al ver como se quemaba por impaciente- Y bien?-

Abrió la boca exageradamente tratando de enfriarla y sonrió- Sin duda, 33 minutos es el tiempo perfecto para las galletas.-

🧸☕
Hola! Llevo un tiempo desaparecida, pero ya he vuelto.

Hoy estaba haciendo galletas de mantequilla y me he dado cuenta de que el tiempo perfecto eran más o menos 33 minutos. Así que, no he podido evitar reírme.

Desde luego, la formula uno me persigue hasta haciendo galletitas.

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