4

3.4K 159 59
                                    


Valentina

Lo voy a matar. De verdad, espero que haya disfrutado al máximo el chocolate que acaba de esconder bajo los cojines porque en cuestión de minutos Alejandro León será historia.

—¿Qué haces, papi? —pregunto entrecerrando los ojos en un tono dulce de lo más falso.

—Hola, cariño. Chicos —dice mirando a mis primos. Justo después centra sus ojos en Eth y se levanta sonriendo y casi de un salto—. ¡Ethan! Ya me dijo mi hermana Julieta que estabas por aquí. ¡Qué alegría! ¿Cuánto te quedas?

Se acerca para abrazarlo y nuestro amigo le responde al gesto con una sonrisa burlona que viene a decir "ni siquiera mi visita va a librarte de esto".

—El tiempo justo de convencer a tu hija para que venga conmigo de vacaciones.

—¿Qué? ¿Cómo?

El modo en que cambia su postura corporal es suficiente para hacerme poner los ojos en blanco. Lleva meses diciéndome que tengo que salir más, viajar más y alejarme un poco de casa (lo que me da una idea de lo preocupado que está por mí, porque antes del infarto rogaba justo por lo contrario: que me quedara más tiempo aquí), pero ha sido oír las palabras de Ethan y tensarse por si de verdad se me ocurre irme. Debería estar tranquilo porque no pasará, no me iré a Los Ángeles, ni a Ibiza, ni a ningún otro lado, pero después de pillar a mi padre comiendo chocolate a escondidas, aun cuando sabe muy bien que debe vigilar mucho lo que come, no me apetece aclararlo de inmediato.

—Me ha propuesto ir a Estados Unidos.

—Oh.

Intenta ocultar sus emociones, pero no le sale. En esta casa la que es capaz de disimular es, desde siempre, mi madre Mi padre es un libro abierto. Un cuento infantil abierto, más bien.

—También ha sugerido otras partes del mundo...

—¿Del mundo? El mundo es enorme —murmura un poco desconcertado y mirando a Eth, que se muerde una sonrisa como puede, porque me conoce y sabe que ahora mismo lo que quiero es hacérselo pasar mal.

—Bueno, ya sabes... Tailandia, quizás —le dice. Y le adoro solo por el modo en que es capaz de unirse a mi línea de pensamiento—. Australia.

—No, Australia no, ¡que hay muchos bichos! ¿No has visto el Instagram de Elsa Pataky? Esa mujer saca arañas gigantescas de su casa. —Me mira y alza las cejas—. Y tú odias las arañas. Además, allí la gente anda descalza, que lo he visto.

—¿Dónde lo has visto? ¿En el Instagram de la Pataky? —pregunto en tono chulesco.

—¡Pues sí! ¿Qué pasa? ¿Ahora no sirve como información verídica? ¿Quién mejor que ella, que vive allí?

—Pues parece muy feliz.

—¡Pero si tiene a los niños asalvajados! Pregúntale a tu madre, ya verás. ¡Eli! ¡Elizabeth! ¡Ven y dile a la niña que en Australia hay serpientes gigantes, arañas gigantes, tiburones gigantes y los niños están asalvajados!

Mi madre aparece por el marco de la puerta que comunica el salón con la cocina. Está limpiándose las manos mojadas en los pantalones vaqueros. Tiene el pelo recogido en una coleta, pero yo la veo guapísima, aunque su sonrisa haya cambiado desde que mi padre sufrió el infarto. No sé si alguien más lo noto, no es algo que haya hablado con nadie, pero hay algo... Una especie de tensión o tristeza que antes no estaba. Igual que su mirada, que ahora luce un poco más apagada y preocupada, sobre todo cuando se centra en mi padre

—¿Qué pasa ahora?

—Ethan quiere llevarse a la niña a Australia.

—He dicho que es una posibilidad —dice este—. Hola, rubia.

El inicio de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora