Capítulo Cuatro

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Fleur Lambert

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Fleur Lambert

Nunca en mi vida me había levantado por tanto ruido, por alguna razón se escucha música en esta casa y no entiendo cómo es que puedan escuchar cuando justo ayer tuvieron fiesta hasta las dos de la madrugada, gracias a todo lo cansada que estaba del viaje pude dormir sin prestarle tanta atención. Apenas me levanto arreglo la cama, abro mi maleta para buscar algo de ropa cómoda y me dirijo a tomarme una ducha; tengo un poco de dolor de cabeza así que quise lavarme el cabello, sentí un poco de alivio, cepille mis dientes y salí del baño.

Me coloqué aquel short negro que Laura una vez me regaló y un crop top blanco, dejé mi cabello húmedo para sentir fresco durante un rato, me puse un poco de labial hidratante en los labios que justamente cuando seca de coloca en un tono rosa, me gusta. Sentía a pesar de todo lo ocurrido un gran alivio; no sentía presión o tensión de estar aquí, eso era un total alivio para mí.

—Buenos días, francesa — escucho la voz de Sebastián justo detrás mientras voy caminando para ir a la cocina.

—Buenos días chico desconocido —dije recordando la conversación que tuvimos la noche anterior.

—Yo no soy un desconocido, vives en mi casa ¿Lo recuerdas?

—Claro que lo recuerdo, solo que no has sido un buen anfitrión ¿No te parece? — Repique su comentario y sentía que jugábamos como niños.

—Eres buena, no te dejas.

—Pensabas que era así, por favor que mala impresión di ayer.

—Pobre mejor amigo de Gabriel, ese comentario lo hizo tragar en seco — soltó un risa y me adelantó dejándome atrás.

Camine intentando alcanzarlo pero no más no pude, tiene piernas largas y parece muy atlético y eso no algo que yo tenga. Seguí pensando sobre la música que estaba sonando, sin duda seguía pensando que era muy temprano para escuchar música. Pregunté si a los vecinos no le incomodaba el ruido hasta que pude notar al salir a la terraza que varias casa tenían música puesta y ni hablar de los locales que estaban en la playa. Parece algo mucho más normal de lo que cría que era, ya veo de dónde aprendió a mi madre lo de poner música a tan solo las siete de la mañana como si no viviera nadie más en la casa o como si no tuviéramos vecinos. También recordar las veces que mi mamá cantaba esas canciones mientras limpiaba en casa o cocinaba, decía que estás canciones eran hermosas y que siempre le encantaban escucharlas. La animaban mucho a decir verdad, parecía su vitamina diaria.

—Fleur cariño, buenos días. — Veo a Sandra en un vestido de flores largo, recuerdo que una vez le vi uno a mi madre pero regresé a lo que ella me hablaba.

—Buenos días — mencioné con una pequeña sonrisa mientras notaba como Sebastián veía mi culo, si le gusta porque solo no lo dice y ya, que tonto.

—Dime quieres huevos, salchicha o otra cosa.

—No, con un poco de café y unas galletas estoy bien, no te preocupes si quiero algo más tarde yo misma lo hago.

Al Otro Lado Del Mundo (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora