Capítulo 3

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Holisss!
Siento haber tardado tanto con el capítulo, pero aquí lo teneis.
Dadle una estrellita para que llegue a más obsesionados con Juantin.
Gracias por leer!

No se creía lo que veían sus ojos.
La cara de juanjo estaba destrozada. El ojo derecho morado, un par de heridas por las mejillas, el labio partido,... Parecía un cuadro de Picasso, y no en el buen sentido. En cuanto Juanjo lo vió se apresuró a cerrar la puerta, pero Martin se adelanto y entró con él a la habitación del golpeado.

- ¿Qué coño te ha pasado? - preguntó Martin un poco bastante preocupado.
- No te importa. Fuera.- mandó a Martin salir de la habitación con un dedo apuntando a la puerta, mientras él buscaba otra camiseta para cambiarse ya que la que llevaba estaba llena de gotitas de sangre.
- Ven. - le dijo Martin, tendiéndole la mano a Juanjo. Juanjo ni se inmutó y siguió buscando algo para ponerse.- ¡Qué vengas coño!- Martin estaba nervioso, el sabía que Juanjo estaba dolorido y no soportaba que no se dejase ayudar con algo tan grave. Juanjo al fin le hizo caso y lo siguió al baño.

Martin mandó a Juanjo sentarse en la taza del váter mientras el buscaba algo para limpiarle las heridas. Cuando encontro algodón y unas gasas se acercó a él con cara de preocupado. Empezó a limpiarle la sangre que tenía en la cara, y la que le caía del labio, pero notó que otro tipo de líquido bajaba por las mejillas del que habían utilizado como saco de boxeo. Martin lo miró a los ojos, donde lágrimas caían como cataratas, el intentó limpiarselas con la gasa, pero Juanjo lo cogío de la cintura, apoyándose en su torso y lo abrazó mientras más lágrimas le caían.

- ¿Quién te ha hecho esto?- preguntó una vez más Martin, con sed de respuestas.
- Nadie.- por el tono que puso Juanjo, Martin entendió que no quería hablar del tema.

Martin seguía acariciando el pelo de Juanjo. Mientras, este no soltaba su agarre. Martin se separó de Juanjo y buscó algo para ese ojo que se había vuelto multicolor. Morado, rosa, marrón, un poco de amarillo y...verde.  Verdes sus ojos. Nunca le había mirado esos ojos color pasto tan bonitos que tenía. Se quedó mirándolo un rato, hasta que Juanjo volvió a tener fuerzas y se levantó del váter. Se dirigió a su armario, para ponerse un pijama ya que era bastante tarde. Los demás se habían ido a la cama hace un rato, los oyeron mientras Martin limpiaba la cara de Juanjo.

- Ya te puedes ir.- soltó Juanjo, en su tono borde de normal.
- No me voy a ir. ¿Y si te pasa algo mientras duermes?- contestó Martin preocupado.
- Qué me va a pasar, han sido solo unos golpes de nada.- le quitó importancia. Martin quería quedarse, vigilar a su amigo si se podía llamar de esa forma, pero él sabía diferenciar cuando alguien quería estar a su lado y cuando no. Esta vez era una de las que no.
- Bueno, que te mejores, hasta mañana.- Martin se despidió de Juanjo mientras este se metía en la cama. Giró el pomo de la puerta y:
- No te vayas porfavor. No quiero estar solo.- Juanjo le suplico susurrando, con ojitos de gato con botas. Martin se giró un tanto sorprendido pero tampoco quería irse. A quién quería engañar, el sentía que Juanjo era una buena persona, solo había que escarbar un poquito.
- No tengo pijama aquí.- le dijo Martin a Juanjo.
- Coge algo mío.- le dió permiso. Martin se quitó los pantalones y eligió una camiseta ancha de Juanjo. La verdad es que tenían estilos muy diferentes al vestir. También eran muy opuestos en personalidad.

Martin se metió con Juanjo a su cama, la verdad es que era muy pequeña y no entraban muy bien. Los dos estaban tensos, mirando al techo, estirados como un palillo, sin moverse. Se acabaron durmiendo del cansancio en sus cuerpos.

- ¡Quita!- se escucho una voz femenina, ríendose, y un sonido de móvil haciendo fotos.
- Que monos, parecen dos perritos.- dijo otra voz, esta masculina.

Martin abrió los ojos, y lo primero que vió fue a Bea con un móvil delante de su cara, y a Álvaro de complice, mirándole con ternura. Después desvió la mirada hacia donde ellos miraban, y se dió cuenta del peso que tenía encima de su torso. Juanjo estaba dormido, por suerte su ojo morado estaba en el lado que miraba el colchón, y solo se le veía alguna herida, pero nada muy sospechoso. Tenía un brazo estirado en Martin, abrazándolo. Martin no recordaba haberse dormido así, pero tampoco se quejaba.

- ¡Eh! Que lo vais a despertar.- susurró Martin. Él no quería que Juanjo se sintiera mal desde el punto de la mañana.
- ¡Vale! ¡Vale!, tranquilo ya te dejamos con tu novio.- Soltó Bea.
- No es mi novio.- Les dijo Martin mientras se iban. Miró a Juanjo, dormido como un perezoso, y le empezó a acariciar la cara, el pelo, la espalda,... ¿Cómo alguien podría haberle hecho algo así? No cabía en su conciencia que alguien fuera tan cruel como para pegar a otro ser humano, hasta el punto de romperle la cara.

Juanjo empezó a removerse por la cama, y abrió un ojo, pero no hizo ningún gesto de sorpresa al ver a Martin, es más, se pegó aún más a él, si es que eso era posible. Martin pensó que Juanjo era como una cebolla: había muchas capas que descubrir, su capa de fuera era la más dura, seca, pero poco a poco llegas al centro donde descubres un osito de peluche, blandito y cariñoso. Con todo este drama no se dieron cuenta de que este era su primer día de clase. Martin abrio los ojos de par en par, ya que seguía adormilado, y dió un bote al levantarse.

- ¡Pero que coño te pasa! ¡Casi me dejas sin cuello gilipollas!- le gritó Juanjo. Todo con cariño y amor, jeje.
- ¡Es mi primer día de clase y llego tarde!- le chilló Martin preocupado y nervioso.
- Que no tonto, que el primer lunes no hay clase, ya que es día de presentaciones, no hace falta que vayas, no sirven para nada esas clases, y además, no va nunca nadie así que no te has perdido nada.- le contestó Juanjo tan tranquilo. Martin se relajo un poco más, pero se quedó en medio de la habitación, un poco cohibido, ya que no sabía si volver a la cama era un poco raro. Juanjo y el tampoco eran tan cercanos. Eligió poner una excusa para sentarse en la cama.

- ¿Qué tal tu ojo? ¿Te duele?- le preguntó Martin, mientras lo acariciaba cerca de su ojo que parecía más bien una bola de villar.
- No, solo me palpita y no veo una mierda porque no lo puedo abrir, pero no, no me duele.- dijo con un tono sarcástico. Después de eso le regaló una sonrisa a Martin para hacerle saber que era una broma.
- Ya- martin rió- es una putada.

Se miraron durante unos segundos.

- Voy a por hielo a la cocina, que te hace falta.- Martin se levantó a por el hielo. Estaba cerca de la puerta pero escuchó un murmullo.

- ¿El qué? No te he oído.- le dijo Martin con cara confusa.
- Que gracias, por cuidarme ayer, y ahora. De verdad lo agradezco.- le dijo Juanjo, sin atreverse a mirarlo a los ojos. Martin sonrió, y notó un calor que le subió de la tripa al corazón.
- De nada.- salió a por el hielo que tanto necesitaba Juanjo.

El día fue tranquilo. Juanjo no salió de su habitación, para que sus amigos no se preocuparan por él, y no le hicieran preguntas. En las comida Martin les dijo que Juanjo estaba enfermo, y que por eso no bajaría hoy al comedor. Ellos cayeron en la trampa como ratones. Martin le subía las comidas a Juanjo para que no se muriera de hambre, y le volvió a curar las heridas que ya estaban mucho mejor. Durante el día se conocieron bastante. Sus personalidades encajaban muy bien. Juanjo era un tanto distante y borde al conocer a alguien, pero era muy buena persona y sorprendentemente cariñosa. Martin era más calmado, tímido y también imitaba muy bien a la gente, como pudo comprobar Juanjo. Se tiraron el día riéndose, mientras se contaban historias graciosas de su adolescencia alocada. Pero como todo lo bueno se acaba, se hizo de noche, y Martin esta noche si que tenía que dormir, por que al día siguiente empezaban las clases de su profesión soñada, y no quería perderse ni un detalle. Juanjo empezaba su segundo curso en diseño gráfico, pero no tenía pensado ir a clase con el ojo como lo tenía. Martin se despidió de su nuevo amigo, y este le deseo buena suerte para el primer día. Martin cayó rendido en su cama después de prepararlo todo al día siguiente, y cayó en un profundo sueño que para nada tenía que ver con un chico apuesto de ojos verdes.

Hasta aquí el capítulo.
Espero que os haya gustado.
Intentaré escribir más amenudo, pero es difícil compaginarlo todo.
Gracias por leer!

Pasillo 10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora