Capítulo 7

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La alarma se oía por todo el campus. Juanjo y Martin salieron a asomarse por la puerta, y vieron a toda la gente de su piso salir corriendo. Era una alarma de incendios. Martin y Juanjo tocaron a las puertas de sus amigos y los seis salieron corriendo frente a los demás. Llegó toda la residencia al patio y vieron cómo salía humo de uno de los laboratorios. Al parecer el incendio venía de allí. Martin se sentía desubicado, no sabía como reaccionar al humo, al fuego ardiente, a las sirenas de bomberos, a toda la gente, al chaos. Pero sentía algo que no le dejaba caer, una mano que le sostuvo todo el tiempo. La de Juanjo. Él tambien estaba asustado, y preocupado. Las llamas reflejadas en su cara lo hacían ver aún más guapo de lo que parecía. Martin pensó que al inhalar tanto humo ya estaba delirando. Juanjo seguía agarrándole la mano a Martin, y no lo soltó en todo el tiempo que estuvieron allí.

A eso de las 11:00 de la noche porfin el incendio había sido apagado y la residencia estaba lista para entrar. Por suerte el fuego no había perjudicado las habitaciones del lado donde los seis amigos residian. Mientras iban entrando, los dos amigos cogidos de la mano todavía, Juanjo se frenó en seco. Le pareció ver una cara conocida al final de los jardines. Un cuerpo muy reconocible, que él sabía perfectamente quien era.

- ¿Juanjo?- Preguntó Martin. Estaba un poco desconcertado después de que Juanjo se hubiera frenado así. Martin tiró de él para volver.
- Sí, vamos.- Juanjo se giró y los dos fueron juntos a la habitación del mayor.

Juanjo seguía pensando en esa cara tan reconocible para él que había visto detras de ese árbol, al final del jardín, y no podía dormirse. Normalmente, cuando Martin dormía a su lado se dormía al instante, pero hoy no podia.

- ¿En que piensas?- Le preguntó el pequeño. Como lo conocía el cabrón.
- En que hemos tenido suerte.- No le mintió, pero tampoco le dijo toda la verdad.
- Ya, en verdad hemos conservado todos lo nuestro, no como los del otro lado. ¿Es solo eso?- Joder, y tanto  que lo conocía bien.
- No, pero lo siento, no estoy preparado para contarlo.- le dijo en un susurro, con miedo de decepcionar a Martin.
- No te preocupes, prefiero que me digas eso a que me lo ocultes. Juanjo, se que hay cosas difíciles de decir, que llevan tiempo exteriorizar, pero a mí me vas a tener siempre que me necesites. Se que yo a tí te tengo siempre también y se que me cuidas y que me aprecias. No hace falta que me cuentes todo lo que te pasa, lo siento si te he hecho sentir que debía ser así. A mí me gusta contarte mis cosas, porque es fácil hablarte, pero si tu necesitas más tiempo, lo entiendo. ¿Vale?- A Juanjo se le habían caido un par de lágrimas despues de escuchar ese discurso.
- Es lo más bonito que me han dicho en la vida. Gracias por entenderlo.- Se dieron un abrazo muy largo, y acabaron mirándose a los ojos muy fijamente, aunque los ojos de los dos de vez en cuando miraban los labios del otro.

- No aguanto más.- Juanjo se lanzó a los labios de el pequeño y a este no le costó responder, ya que llevaba esperando este momento toda su vida. Si los matemáticos pudieran describir ese beso hubieran dicho que fue como el número pi. Infinito.

Holiss.
He vuelto.
Sé que he tardado un poco, pero no abandonaré esta historia.
La verdad es que la estoy escribiendo sobre la marcha, si que tengo un par de cosas claras, pero todo me lo invento al momento, y creo que eso le da más frescura a la historia.
Espero que os esté gustando, y esta semana intentaré actualizar otra vez.
Dadle una estrellita porfa.
Gracias por leer.

Pasillo 10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora