𝗜 𝗪𝗔𝗡𝗡𝗔 𝗕𝗘 𝗬𝗢𝗨𝗥𝗦, 𝗦𝗲𝘁𝗵 𝗖𝗹𝗲𝗮𝗿𝘄𝗮𝘁𝗲𝗿

𝟬𝟵. 𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗴𝗼𝗹𝗽𝗲

El primer golpe
ᴹˢ. ᴿᵒᵇᵉʳᵗˢ ♥︎
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Cuando Nova volvió de la escuela y su madre la vio fue un desastre.

Acababa de regresar de una junta con el consejo sumamente alterada. Sin embargo, en un descuido escuchó a Nova contándole a su esposo sobre cómo el niño Clearwater le había regalado unas flores tejidas por él mismo.

Por lo que, armando un escándalo, mandó a su hija a su cuarto mientras discutía con Alex.

—En algún momento esto iba a pasar, amor, ¿pero de qué te preocupas? Ella quiere esperar y seguramente se les pase a los dos en unos meses.

La mujer, quitándose los lentes frustrada, se sentó a lado suyo y lo miró seria.

—¿Sabes qué era lo tan importante que el consejo tenía que decirme? —dijo con un tono angustiante—. El niño se imprimó, cariño, de nuestra Nova.

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NOVA

Había veces en las que mis padres se ponían tan raros que, al preguntar, hacían de todo para evitarlo o hasta a veces me decían que saliera con mis amigas. Pero sabía que era porque no me querían en la casa escuchando lo que decían.

Y como esta vez fue una de ella, hablé con Rosalie y se ofreció a llevarnos a mí y a mis amigas a una disquería que quería mostrarme.

Antes hubiera creído raro ser amiga de alguien como ella. Ya que era mayor e iba a la escuela de Forks. Pero ahora solo lo consideraba una ventaja ya que me trataba como una hermana menor. Me saqueaba a pasear, a veces me peinaba y me daba la ropa que a ella ya no le gustaba, pero a mí sí.

Lo malo es que siempre decía que teníamos que esperarla afuera de la reserva. Por lo que me una vez el chofer me dejó allá, me subí a su camioneta y noté como las demás ya estaban atrás.

Algunas veces su novio le hacía burla por salir con un grupo de niñas menores que ella, pero ella siempre lo ignoraba y hacía como si nada.

—Entonces ¿ya tienes novio? —me preguntó y miré mal a las de atrás por chismearle antes que yo.

—¡Y uno tatuado! Rosalie, la descuidaste y ahora le gustan los malandros.

—No es la gran cosa —murmuró Lucy viendo por la ventana abierta.

Esta última había estado más callada que costumbre. Era raro ya que Rosalie siempre la incluía en la conversación.

La chica me miró expectante y solo sonreí viendo mis uñas.

—No es mi novio ni nada de eso. Solo me dio flores, hablamos y ya.

—¡Pero cuéntale todo lo que te sonrojaste! Y las risitas que se daban.

—Ah —exclamó Rosalie— ¿Hubo flores y risitas? —le siguió el juego a Lila.

—¡Sí! Hasta le dijo bonita estrella, ¡y ella se sonrojó! ¡Es obvio que muere por él!

Rodé los ojos ante lo último.

—Mejor hubiera venido yo sola —murmuré evitando reír de las ocurrencias de la rubia.

—Claro. Aun así, le hubiera dicho...

—¡Cuidado!

Sin que pudiera reaccionar, Rosalie giró el auto tan rápido que mi cuerpo se fue para adelante cuando chocamos bruscamente contra un árbol.

Sentí como Rosalie había puesto su brazo para protegerme, pero aun así me dolió el cuello y la cabeza por el movimiento brusco.

Miré hacia las demás, pero afortunadmente también parecía ser solo el susto.

—Rosalie, Rosalie, Rosalie —susurraba agitadamente Carina viendo con temor algo en la ventana.

Y cuando todas vimos lo que señalaba, la chica se desabrocho rápido el cinturón para bajarse.

—Quédense aquí —ordenó.

Era un hombre de aspecto intimidante que apareció de la nada lo que nos hizo chocar. Y ahora estaba amenazantemente frente al carro.

Parecía que Rosalie no le tuvo miedo cuando se bajó y le hizo cara. Intercambiaron unas palabras, pero en un momento extraño el hombre miró hacia nosotras y la rubia se tensó por algo que dijo.

—Nova, arranca el auto —gruñó ¿Lucy?

Volteamos a verla y me asuste a verla tensa y con una expresión de enojo que nunca la había visto hacer.

—¿Lu, estás bien?

Pero solo frunció más el ceño y cerró los ojos y puños con fuerza.

—Arranca el auto —ordenó aún más alto.

—Pero tenemos que esperar a Rosalie, Lucy ¿qué pasa? —respondí acelerada.

No respondió y se bajó rápidamente del auto agarrándose con dolor la cabeza.

—¡Lucy, no hay que bajarnos! —gritó Carina, pero la ignoramos y bajamos con ella.

Intentamos acercarnos, pero solo nos gritó que nos alejemos.

—¡¿Lucy qué pasa?!

Y cuando menos lo imaginé, mi amiga se enderezó y, en un salto inhumano, se transformó en un lobo.

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La pequeña Uley se transformó ferozmente cuando vio al vampiro atacar a Rosalie.

Asestó en su espalda y sin poder contenerse, lo tomó con su hocico y lo lanzó contra la camioneta.

La mujer se enojó al verla interferir, pero tan pronto lo lanzo tomó una rama que intentó clavar en su pecho. Falló y el vampiro se recompusó y corrió contra Lucy. La alcanzó a patear sus costillas, pero rápidamente Rosalie se colgó de su cuello y, con ayuda de Lucy, arrancó la cabeza del cuerpo.

Con su inhumana velocidad, le prendió fuego a unos troncos y lanzó ambos miembros a las llamas, haciendo que estas ardieran con rudeza.

—Te dije que te quedaras en el auto —dijo cansada cuando la loba se puso a su lado.

En cambio, la Uley la miró con las orejas bajas y con la cabeza indicó atrás de ellas. 

Y cuando la mujer vio a qué se refería, se encontró a las tres chicas inconscientes en el asfalto.