¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
✒️❛Joven, castaño y apuesto, Pete atrae atención no deseada en la cárcel. Cuando su compañero de celda le ofrece protección, Pete acepta la oferta, aun cuando él no confía en el hombre. Poco sabe él, sobre cuánto esto cambiará su vida.
Cuando es liberado de la prisión, Pete se encuentra a sí mismo necesitando y queriendo cosas que no debería desear. Pete es heterosexual. Él lo es. Él tiene una novia. Lo qué pasó en la prisión se quedó en la prisión -o eso es lo que Pete se dice a sí mismo-. Hasta que se encuentra con su ex compañero de celda de nuevo. Vegas. El hombre al que odia y anhela.❜
『• • • ✎ • • •』
Parte 1: Derecho en la prisión
La madre de Pete solía decirle que un día su rostro lo metería en problemas.
Parecía que hoy era el día.
Manteniendo sus ojos hacia abajo, Pete siguió al guardia a su celda, sintiéndose incómodo y extraño en su overol nuevo. Como un criminal.
Pete casi se rio de sí mismo. Él era un criminal ahora, después de haber sido condenado a un año de prisión por conducir bajo influencia del alcohol y herido a otra persona. Había sido un accidente, pero a nadie le importó. Bueno, a él sí, y a Love -su novia-, también lo hizo, y su madre había llorado cuando la sentencia fue leída.
Pete tragó, recordando la expresión impactada de su mamá. Ella se veía tan pequeña y vieja de repente, y fue su culpa. Ella siempre se preocupó demasiado por él.
Empujó el pensamiento lejos, tratando de ignorar a los otros prisioneros golpeando contra las barras y mirando de reojo mientras él pasaba. Ellos gritaban obscenidades que hicieron que su estómago girara en nudos y sintió la bilis subir a su garganta.
Esperaba que no fuera obvio lo asustado que estaba. Él no era exactamente delgado y bajo -era más alto que el promedio, y tenía algunos músculos decentes-, pero no era, de ningún modo, tan grande como algunos de esos chicos. Fueron construidos como tanques.
Que la verdad sea dicha, Pete estaba completamente aterrorizado, y una vez más, quería patearse a sí mismo por emborracharse y terminar en este lío. Cuando saliera de aquí, él nunca, nunca, se emborracharía otra vez -si es que salía de aquí en absoluto, ya que estaría compartiendo su celda con alguien que, muy probablemente, era más fuerte, más duro y malo que él; con un criminal real-.
El guardia lo empujó dentro de la celda. La puerta se cerró y trabó detrás de él, junto a un alto y de algún modo indiferente, "clic".
Pete se humedeció los labios, mirando a su compañero de celda.