7.Cine

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Al levantarme no estaba tan nerviosa como el día anterior, ayer simplemente le echaba de menos, echaba de menos esos momentos en los que podía ser yo misma, disfrutaba mogollón con todos ellos, son perfectamente perfectos.

A mediodía me llamó Harry:

-Hola.-me saludó Harry.

-Hola, ¿qué tal en el dentista?

-Bien, como siempre, era un revisión.

-Pues entonces bien, jeje.¿Qué vamos hacer?

-¿Te apetece ir al cine?

-¡Claro! ¿Qué película veremos?

-No se, ya veremos en el cine cuáles hay.

-Vale, y ¿cuánto costará?

-No te preocupes, invito yo.

-¿De verdad?

-¡Claro! No te lleves dinero yo pago todo.

-Bueno... vale.

Seguimos hablando hasta tarde (debía de tener bastante saldo) pero le tuve que decir que me tenía que arreglar. Me duché, me puse mi mejor vestido: un vestido celeste, que me llegaba por un poco menos de las rodillas, cogí un pequeño bolso, me llevé cinco euros y mi móvil.

Cuando terminé de arreglarme me sobraba media hora y llamé a Harry:

-Hola

-Hola

-¿Estás listo ya?

-Sí, solo me tenía que duchar, cinco minutos, vestirme, dos minutos, peinarme, ni dos segundos, jeje.

-Jeje.

Estaba sola en casa y llamaron a la puerta, así que no tenía más remedio que abrir yo la puerta, si no seguiría hablando con Harry.

-Ups, están llamando a la puerta, adiós, a las nueve en tu casa.

-Sí, a las nueve.

Bajé las escaleras de mi casa para abrir la puerta.

-¿Quién es?- pregunté antes de abrir.

-Tu príncipe azul- me contestó.

No tenía ni idea de quién sería, pero me sonaba la voz, miré por la mirilla y...

-¡HARRY! ¿que haces aquí? Tenía que ir yo.- dije abriéndole la puerta.

-No podía esperar y quería recogerte como un caballero.- dijo con cara pillina.

-Estás guapísimo.- vestía con traje y corbata.

-Tú también. Tengo un regalo para ti.- me dijo sacando la mano de detrás de la espalda, tenía un ramo de flores, me encantó.

-¡Vaya, son preciosas! Sí, eres todo un caballero. Ven, pasa, lo voy a poner en un jarrón con agua.

Llené un jarrón de cristal de agua y metí las flores. Harry me seguía. Me di la vuelta y nos fuimos directo al cine.

Estuvimos hablando durante todo el camino sobre que clase de película ver. Cuando llegamos no lo habíamos decidimos y en cuanto entramos, Harry miró la cartelera, fue a la taquilla y me dijo que me alejara un poco, que era una sorpresa.

Al comprar las entradas nos fuimos a por las palomitas y la bebida, para entrar en la sala me tapó los ojos para que no viera la imagen de la película. Nos sentamos en el centro. A los cinco minutos empezó la película. Harry empezó a comer palomita como loco.

UNA HISTORIA FELIZ NO TIENE FINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora