Al levantarme me sentía mucho mejor, Harry tenía razón. Le di de comer a “Harolín” y me vestí con un peto vaquero y una camiseta de mangas cortas debajo, arreglé una mochila.
Llamaron a la puerta, abrí y era Harry que venía en bicicleta y me dijo:
-Se me ha olvidado hacer la comida, ¿me ayudas?
-¡Claro!
Fuimos hasta la cocina, sacamos pan, huevo, papas... todo lo que hace falta para hacer 6 bocadillos de tortilla y de postre unos dulces.
Lo primero que hicimos es pelar patatas y la pusimos a freír; empezamos con los dulces, los metimos en el horno, Harry cogió el azúcar del platero y derramó un poquito.
-¡Mira lo que has liado!- le dije tirándole la azúcar caída.
-¿Cómo te atreves?- me dijo tirándome a mí.
-¿Cómo te atreves tú? Te atacaré con lo que más te duele.- le dije de cachondeo tirándole azúcar al pelo.
Tras haberle tirado en el pelo, se quedo con la boca abierta y con los ojos abiertos como platos mirándome, yo le observé de la cabeza a los pies y salí corriendo porque sabía que estaba planeando algo maléfico, él me seguía con el bote de azúcar en la mano mientras decía:
-¡Podrás correr, ¡¡pero no esconderte!!! JAJAJAJA- (risa maléfica).
Entré en el salón, ¡no tenía escapatoria! Él dejo el azucarero en una mesa que estaba al lado, yo, arrinconada en la esquina, me senté cogiéndome las piernas y con la cabeza hacia abajo, sentí un cosquilleo en la cabeza, miré para arriba, ¡el azucarero estaba vacío!, ¡me había tirado todo el azúcar por encima!
-Te has pasado.- le dije seriamente.
-¿¡Que me he pasado!? ¡Me has estropeado mi pelo! ¿Sabes lo que tengo que hacer ahora?-dijo echándome en cara lo que le había echo.
-Primero sacudirte el pelo y luego ayudarme a recoger.- le contesté cogiendo la escoba.
-¡Exacto! ¡Eso es lo que voy a hacer- dijo con una risita y sacudiéndose los pelos.
-jijiji- me reí con una risita bajita intentando que no se diera cuenta.
-Te ríes, ¿no?- me dijo poniéndose detrás mía, rodeándome con sus brazos y con su cabeza apoyada en mi hombro mirándome y sonriendo.
No le dije nada, solo acerqué mis labios a los suyos para besarle. Tras esto nos pusimos a limpiar, ¡todo quedó impecable! Y cuando termine...
-Huele a quemado, ¿no?- me preguntó.
-¡La comida!- grité corriendo a la cocina.
Las papas echaban humo negro, y los pasteles... ¡los pasteles estaban negros!. Yo desenchufé la freidora y Harry cogió los pasteles. A pesar de que no estuvieran en buenas condiciones, con las papas hicimos la tortilla y los pasteles lo envolvimos completamente con sirope de chocolate, fresa, vainilla...
Tras un duro trabajo en la cocina, lo envolvimos todo, lo metimos en bolsas, estas la metimos en mi mochila, cogimos las bicis y salimos de casa en busca de los chicos.
Cuando llegamos, nos bajamos de las bicis, Harry abrió la puerta, nos lo encontramos a todos en el sofá ya vestidos, todos menos Zayn, que nos lo encontramos en su cama durmiendo encogidito, Liam lo iba despertar pero Louis con un gesto le dijo que no y se fue a la cocina. Llegó con un cubo lleno de agua y se lo echó por encima a Zayn, el pobre se levantó corriendo y se quedó con la boca abierta. Al ver a Louis con el cubo en la mano gritó corriendo hacia él: