Trío

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Punto de vista: Samantha

Era lunes, sabía que debía ir a clases, pero tuve un sueño demasiado húmedo con Alex y no pude dejar de pensar en eso durante toda la mañana.

Justo ahora, estaba metiéndome tres dedos en mi sexo húmedo, todo porque esa maldita me dejó con ganas y más encima de todo, tuve que soñar con ella.

Abrí más mis piernas, mientras el agua de la ducha caía por mi cuerpo. Mi espalda estaba apoyada contra los azulejos fríos, pero poco me importaba eso ahora.

Seguía metiendo y sacando mis dedos, mientras imaginaba que castigaba a Alex, luego de lo que descubrí.

Había descubierto que Miranda nunca le había puesto un dedo encima, solo fue una mentira para ponerme aún más celosa y quería castigarla por eso.

—Alex... —suspiré.

Metí los dedos que me restaban y comencé a hacer un vaivén duro y rápido. No sabía si era por lo mojada que estaba o por el agua, pero mis dedos se estraban muy fácil en mi estrecha cavidad.

Cerré los ojos fuertemente cuando sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo. Literalmente vi las estrellas y suspiré.

Terminé de bañarme y al salir se me ocurrió una venganza perfecta. Satisfacería a mi novio, pero principalmente a mí y tal vez a Alex.

Le envié un mensaje diciéndole que la esperaba en casa luego de la escuela. Luego llamé a mi novio para que viniera luego de las cinco de la tarde.

***

Bajé por las escaleras y corrí hacia la puerta. Al abrirla me hice a un lado para que Alex pudiera entrar.

Me vi de arriba a abajo y se mordió el labio inferior.

— ¿Nunca habías visto a una chica en sostén?

—Sí, pero aún así me gusta verte a ti.

No tienes idea de lo que verás hoy...

—Necesito hablar contigo sobre algo importante, pasa.

Alex pasó a mi casa y observó todo a su alrededor. La tomé de la mano repentinamente y ambas subimos a las escaleras, hasta llegar a mi habitación.

—¿Qué sucede? ¿Sobre qué querías hablar?

—¿Sabes? Me creí la mentira —ella se acercó a mí cama lentamente, mientras yo caminaba para aprisionarla.

—Q-qué mentira?

Caminé y caminé hasta que sus pies chocaron con el borde de la cama y cayó sobre ella.

—Miranda —solté.

Alex se arrastró por la cama hasta que su espalda chocó con el respaldo. Gatee hasta ella y me senté sobre su pelvis, poniendo cada pierna a cada lado de su cintura.

Frunció el ceño e inmediatamente sacó a las esposas que tenían debajo de la almohada y las coloqué en su muñeca, enganchada con el respaldo.

Así hice con su otra muñeca y tomé un tubo con esposas y lo coloqué en sus tobillos.

Intentó sacarse las esposas, pero fue inútil.

Ahora la tenía completamente a mi merced y podía hacer lo que quisiera con ella.

De pronto mi celular comenzó a sonar y supe que mi novio estaba esperando a que le abriera la puerta.

Sonreí.

—¿Me vas a castigar? —preguntó.

—Te daré un show que jamás olvidarás.

Salí de la habitación y rápidamente bajé las escaleras. Al abrir la puerta mi novio me tomó de la cintura y comenzó a besarme.

Relatos lésbicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora