Angeliht
Después de comer la pobre hamburguesa que trajo Jesus, me senté en el lado izquierdo de la cama a pensar un poco sobre lo que dijo la niña.
De verdad no estoy segura si fue que lo viví o estoy perdiendo la puta cabeza de una vez por todas en este encierro, de todas maneras necesito analizar todo lo que me dijo.
A ver, hablo sobre salir de aquí porque corría peligro, que analizará mi entorno, que utilizará las herramientas que tengo disponibles a mi al rededor y que tomara en cuenta el año y medio de psicología que estudie a las afueras de la ciudad.
Miro a mi alrededor y solo veo un cuadro colgado en una pared, la pequeña cama a la que el idiota de Jesús me amarro y una mesa con una silla de plástico a la distancia.
A mi izquierda está la puerta de metal blanca que me separa de la calle o el bosque al que me trajo este enfermo ¿O tal vez estoy en una casa? No había pensado en eso.
¿Si estoy en una casa es posible que otras personas vivan aquí? No lo creo, me hubiesen encuchado gritar cuan… cuando Jesús me interrupio para… ¿Que no escucharán?
No tengo absolutamente nada que perder, me dirijo a la pequeña puerta cerrada obviamente con seguro y la golpeó lo más fuerte que puedo y grito tan fuerte como mi garganta me lo permite.
—¡AYUDAAAAAAAAAA! AUXILIO ¿HAY ALGUIEN AHI? ¿ALGUIEN PUEDE ESCUCHARME?—
Permanezco pegada a esa puerta con la esperanza de que cualquier persona se apiade de mi y me libere de este infierno.
Después de un rato de intentar y seguir gritando como loca escucho unos pasos que vienen hacia mi dirección. Mi corazón se acelera al pensar que puede ser alguien que escucho mi llamado y viene a rescatarme.
Cuando escucho que meten una llave en la cerradura me preocupo demasiado, porque solamente hay dos opciones. O es Jesús, o es alguien más que sabe de esta pesadilla. Porque no cualquier persona tiene la llave de la habitación de un rehén.
Doy dos pasos hacia atrás hasta chocar con la cama, me siento sobre ella para esperar a mi visitante.
En el momento que Jesús abre la puerta me preocupo inmediatamente.
Su cara indicaba que se había metido mínimo unas dos dosis seguidas, las manos cerradas en puños al grado de poder ver cómo sus nudillos se hacían blancos por la presión ejercida, sus ojos color avellana sonrojados por las sustancias ilicitas y la mejillas llenas de… ¿De que ? ¿De lágrimas secas?
Trato de abrir la boca y hablar con el para calmarlo un poco, ya que tengo todas las de perder en esta situación.
Cuando me extendió la mano en un gesto para que me calle, cierra la puerta detras de él y se acerca a mi.
—Angeliht Valentina, muy lista ¿No? Una chica bella, destinada a ser exitosa por su inteligencia, rodeada de personas que la adoran y darían su vida por ella sin dudarlo—
Dice cada palabra sin sentimientos u orgullo como sería de esperarse por parte de alguien que dice tales cosas a alguien más.
—No creo que te sirva mucho algo de eso en este momento ¿Verdad? —
Saca un cuchillo de el bolsillo trasero de su pantalón, de un momento a otro tengo a Jesús en mi espalda con el cuchillo antes mencionando precionandome fuertemente la tráquea, impidiendo el libre flujo de aire haciendome difícil respirar.
Cuando pienso que es mi mi maldito final, lo escucho llorar en una brecha de debilidad pero sin aflojar mi agarre. Y por primera vez desde que terminamos siento un poco de empatía por el.
—Definitivamente esto no es lo que yo quiero Vale, esto no es lo que había pensado, lo que había planeado para mi vida. No lo voy a negar Valentina yo estaba viviendo en la misma mierda antes de conocerte, antes de que llegarás y me mostraras que las cosas pueden ser diferentes, y que hasta en lo malo pueden haber bellos momentos. Pero cuando te fuiste Valentina no supe que hacer, una vez más te digo que no soporte ver cómo mi mundo se destruía con tu partida, como todo lo que había avanzado con la rehabilitación de mi adicción se fue a la mierda. No soporte ver cómo podías vivir una vida plena, llena de personas que te aman incondicionalmente mientras yo me hundía en mis desgracias. Hubiese preferido que no llegarás a mi vida y me mostraras la parte buena del mundo, si no la conociera tal vez, y solo tal vez, no la deseara tanto como lo hago ahora. Es como cualquier ciego de nacimiento, no puede extrañar la perfección y hermosura del cielo si no lo conoce, si no le ha echado un pequeño vistazo nunca—
Trago cualquier respuesta ante aquella confesión y me permito sentirme mal una última vez por destruirle de una manera retórica la vida a este chico.
—No contenta con todo eso, decidiste avanzar y olvidarme, dejarme en el maldito pasado o recuerdo en tu memoria. Decidiste restregarle al mundo que ya tenías un reemplazo para mí y que ya no me extrañabas— menciona apretando el cuchillo más a mi garganta.
En un momento desesperado para tratar de salvar mi vida, hago lo que en ni en un millón de años hubiese hecho por iniciativa propia en una situación diferente.
—Jesus amor, no entiendo que es lo que te está pasando. Tu no eras así conmigo, se supone que yo soy la luz de tus ojos—
—callate Valentina, y no te atrevas a decirme amor sabiendo que hay alguien más a quien le sacas suspiros con mencionar esas cuatro letras—
—Jesus no se de que me estás hablando, tu eres el único—
En ese momento Jesús deja caer el cuchillo al suelo y se sienta en la cama y llora, entre lágrimas y sollozos me dice:
—¿Que mierda estoy haciendo? Estoy reteniendo a la mujer de mi vida en contra de su voluntad, y por puro instinto propio tiene que recurrir a palabras que no siente para salvar su vida—
Dice a modo de monólogo.
Yo no supe que hacer, solo me quedé observándolo en total shock simplemente las piernas no me respondían para huir de esa situación.
Jesus saca dos cosas del bolsillo de su pantalón. Una pequeña inyección con quién sabe que y las llaves de este maldito infierno.
Sin pensarlo, me lanza las llaves y yo las atrapó en mi pecho por mero instinto.
—Vete, y no mires atras—
Al parecer esa era la señal que esperaba mi cuerpo para moverse.
Me di la vuelta, abrí la puerta y corrí lo más rápido que pude sin voltear ni un segundo.
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Mi oscuro silencio.
Teen Fiction"Del amor al odio hay un paso" Está frase tan común en mi país, me la solía decir mi mamá cada que tenía lugar o se podía. Pero en la mayoría de las veces sin un motivo específico. Pero no fue hasta que la viví en carne propia que sentí el verdadero...