Eris La Perra loca

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En los territorios del Norte, un solitario espadachín con una extravagante vestimenta y un corte de pelo que llamaba la atención a quien lo viera, esperaba frente al santuario del dios del filo.

"Brrrrrrr, qué frío hace, pero al parecer no hay nadie", pensó. Hace 3 meses le llegó una carta escrita de puño y letra del propio dios del filo, Gal Farion, para venir a entrenar a alguien. Se preguntaba para qué necesita un estudiante del estilo dios del filo que yo, un Emperador del norte, le entrene. Dios, qué frío hace aquí.

Aubert Corvette, emperador del Norte, entrenado por el propio Kalman II en persona, aunque su maestro terminó decepcionado de su comportamiento, Aubert seguía siendo uno de los alumnos más talentosos del segundo dios del Norte.

"Ahí viene una chica, le preguntaré... Oye niña, ¿busco al dios del filo Gal Farion? Yo soy..."

"Quítate de mi camino, imbécil", le interrumpió la mujer.

Rápidamente llevé mi mano a la empuñadura de mi espada. ¿Quién es esta mujer que me hace sentir que debo cuidarme de ella?
Esta chica exuda peligro, tiene los ojos de una predadora. ¿Quién será ella?
"Escucha, soy el emperador del norte Aubert Corvette, también conocido como la hoja del pavo real. Yo busco a..."

"¡Quítate del camino, idiota, o te quito yo!",

contestó la mujer con cabellera roja como el fuego. Aubert instintivamente desenvainó su espada, con la intención de matar a la mujer, no porque la odiara, ni por ser irrespetuosa. En su interior, el sexto sentido de este experimentado espadachín le decía que si no la mataba ella lo mataría a él.

Cuando la mujer vio que hice este movimiento, se dirigió hacia mí como un animal, mientras desenvainaba una hermosa espada corta curvada. Rápidamente me atacó con la técnica preferida del dios del filo, la espada de la luz, pero logré repelerla fácilmente y de una patada la mandé a volar.
"Pfff, ¿eso es todo lo que tienes?", dijo con desprecio la mujer, y volvió a lanzarse sobre mí. Sus ojos y su sonrisa maniaca hicieron que escalofríos subieran por mi columna.
Rápidamente tomé postura mientras chocábamos espadas. Debo admitir que esta chica es talentosa, pero es como un perro rabioso, no controla su ira, esa es su debilidad. Con un golpe de espadas pude sacarle la espada de su mano y esta salió volando varios metros. "¡Gané!", pensé, pero este demonio trató de arrebatarme mi propia espada con sus dientes. Realmente, hace años que no sentía tanta sed de sangre de un enemigo y no me preocupaba tanto de uno.
De una patada la saqué volando nuevamente, pero aquí pasó algo que jamás esperé: esa mujer, me lanzó Flama Exodus, un ataque de nivel intermedio, y sin recitarlo, eso me tomó por sorpresa y casi me golpea de lleno. Jamás esperé que una espadachina fuera una maga, y mucho menos que lanzara sin conjurar. Jamás había visto eso hasta ahora. Eso me sorprendió, mientras estaba aun sorprendido por lo que habia pasado, ella había tomado su espada.
Yo también sé magia elemental, pero la magia es inútil en combate cercano debido al tiempo que demora en ejecutarse.
Por eso, en una batalla, los magos ocupan la retaguardia y los guerreros y espadachines vamos en la vanguardia. Pero la velocidad con la que esta chica lanzó ese hechizo, solo podía imaginarme quién habrá sido su maestro, ¿qué persona le enseñó a hacer eso? ¿O lo descubrió sola? La combinación de magia en silencio y esgrima puede ser letal.

Cuando dirigí mi vista a esa mujer, ya estaba en posición de combate y lista para volver a pelear. "Está bien", pensé, "debo liquidarla", así que preparé mi otra espada y me dispuse a usar la técnica Cruz Brumosa. Pero cuando estábamos a punto de atacarnos, un grito nos hizo entrar en razón.

"Eris, ya basta", era el Dios del Filo Gal Farion. La mujer envainó su espada y entró al dojo.

"¡Jajajaja! ¿Qué te parece mi alumna Aubert?".

Un Rudeus Diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora