Un pequeño brote de honestidad

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Diez minutos más tarde, el auto avanzó a toda velocidad por la ruta aún extrañamente vacía y Sofía manejaba aferrada al volante intentando procesar que había pasado mientras le preguntaba cada cierto tiempo cómo se sentía.

— Estoy bien... — susurró Matias y entreabrió los ojos para ver que se acercaban a un puente.

— ¿Dónde estamos? — preguntó confundido por la pérdida de sangre.

— Estamos llegando al Río Azul ¿Puede ser? — comentó con tranquilidad revisando el GPS.

"¿Rio?"

Matias se despabiló al instante.

— ¡Rio! ¡Rio! ¡Rio! — soltó completamente incentivado. — ¡Frena ahí...!

— ¡¿Eh?! — se sorprendió la mujer y cruzó el puente aminorando la velocidad para que el auto volviera a bajar a la banquina por tercera vez en lo que iba de la mañana — ¡Necesitas un doctor! ¡¿Qué vas a hacer ahí atrás?! — preguntó genuinamente confusa, mirándolo con apremio.

Matias la ignoró, se bajó del auto y corrió hacia el pequeño Río Azul para saltar sin miedo los dos metros de altura que lo separaban de la orilla y hundir su mano herida en lo más profundo del agua helada.

Suspiró aliviado y se dedicó a quitarse la venda para sanar sus heridas aprovechándose del agua natural, vinculándola con su hechizo de regeneración.

Sofía se acercó a la orilla y lo vió agachado.

— ¿No te mareas? — le preguntó tras un pequeño silencio.

— Más o menos... Pero solo necesito unos minutos más.... — respondió el sujeto mucho más aliviado.

— ¿Por qué? — le preguntó curiosa.

— Tengo muy inflamado — Sacó su mano del agua para observarla y Sofía vió las heridas limpias mucho más cerradas de lo que recordaba. — Todavía duele... — Lo oyó decir y lo vio agacharse nuevamente para sumergir su mano en el agua helada — Y no soy capaz de cerrarla sin insultar a toda mi familia...

— ¡Por supuesto que no! — se quejó ella — Hablando de eso ¿Con qué te cortaste? ¡¿Y por qué lo hiciste?! — Le preguntó agachándose mientras lo veía acercarse a una piedra para sentarse y volver a hundir la mano en el agua, dándole la espalda.

— Con una navaja suiza — Mintió pero decidió guardar silencio con respecto a lo otro.

— ¿Por qué te cortaste? — insistió la mujer agachándose para mirarlo.

Matias cerró la mano bajo el agua y contuvo una oleada de dolor.

— Ahg, todavía no... — se quejó y notó que la mujer bufó enojada — ¡Porque así te sacas de encima a esas cosas! — reveló a regañadientes sin mirarla. — Destruyendo el lazo que los une a ti...

— No entiendo.... — insistió Sofia — Dijiste que la vieja te maldijo ¿Cómo lo sabes? No vi que te pinchara, ni que tirara un polvito ni nada por el estilo

Matias ahogó una risa.

— Porque fui el único al que tocó... — respondió moviendo las manos en el agua el sujeto — Por eso te dije que no la toques por más que insista...

— ¿Pero por qué te maldijo? ¿Qué le hiciste?

— ¡Yo no le hice nada! — rió Matias resignado y se dió cuenta de que tenía la ropa manchada de sangre en especial su remera blanca — Es lo que hace.... Querer matarme cada vez que me ve — se resignó el sujeto y la miró de reojo — Así de mucho me quiere mi abuela...

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⏰ Última actualización: Jan 27 ⏰

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#3 Fragmentos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora