𝐔𝐌 ┃ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 «01»

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Su esposa estaba a cuatro patas sobre el colchón

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Su esposa estaba a cuatro patas sobre el colchón. Ella misma tomó con decisión el miembro erecto y lo guió hacia el agujerito como si la precisión fuera posible con tan tosco instrumento. Después, su marido tomó la iniciativa y empezó a empujar. Jimin suponía que le costaría lograrlo, el culo de su mujer no se lo iba a poner fácil. Después de mucho insistir, aquella noche ella había consentido dejarle acceder a su inexpugnable fortaleza. Su mujer iba al gimnasio tres días por semana y de esa forma mantenía un cuerpo ágil de curvas firmes y un esfínter inmaculado. Yeeun lo sentía rígido y punzante horadando ese pequeño hundimiento natural en el surco de su culo.

La esbelta esposa se quedó completamente inmóvil para que su marido inaugurará su orificio trasero. Aquella rara molestia pronto fue a más. Resignada, contuvo la respiración, cerró los ojos y frunció el ceño con desagrado. Estaba determinada a relajar aquel conducto, hasta entonces sólo de salida, para que el pene de su esposo pudiera atravesarlo. Sin embargo, aquella determinación no duró. Justo cuando sintió que su esfínter cedía, que se la estaba metiendo, la joven esposa no pudo aguantar los nervios, cediendo pues ella antes de que su ano lo hiciera.

―¡Ay! ―aulló con énfasis, lloriqueando― ¡Para, para, para!

La pobre se retiró velozmente, echándose boca arriba con el rostro lleno de enojo. Ése que decía quererla había estado a punto de mutilarla de por vida. ¡Pretendía romperle el culo!

―¿Qué sucede, cariño? ―preguntó suspicazmente, Jimin.

―Es que no me gusta hacerlo así, ya te lo he dicho mil veces. ―le reprochó molesta, Yeeun. Mientras se encogía de hombros.

Y no mentía. No quería hacerlo así. O no por el momento. Su esposa levanta el brazo a lo lejos para indicarle que siga hablando, tímidamente él lo hace.

―Pero nena... Te la meteré despacio, verás como en cuanto te relajes será igual que por delante. Por favor... Es más, te encantará. Y… solo me pedirás que te la mandé por detrás. Te lo aseguro.

―¡Qué no Jimin! ¡Y se acabó! ¡Ya no quiero nada! ―se acomoda en la cama― Mañana tengo que levantarme temprano para irme a trabajar, he de hacer el maldito informe de fin de mes o adiós a mi sueldo bien pagado. Me iré a dormir, ¿Estamos? ―respondió su delgada esposa, abrazando la almohada para cubrir sus desnudes, mientras se acurrucaba aún más entre las sábanas blancas― Además, esta cama hace demasiado ruido. ¡Cómo se te ocurre comprar una porquería de segunda mano! Sí hay dinero, podrías haber comprado algo mejor. ¿No lo crees?

Bastaban unos ojos, un semblante, un tono de voz que irrumpieron en su vida y le arrancaron la pegajosa soledad que llevaba adherida al cuerpo a todas horas. Ella siguió hablando. A él le gustaba verla enojada. La devoró con la mirada, cuando Yeeun se dió cuenta que Jimin no la estaba oyendo, simplemente se quedó callada. Ambos sonriendo el uno al otro. Aquello se convirtió casi en una competición. Los esqueléticos cuartos de luna al final se quedaron en la mano.

―¿Y si jugamos a los médicos? ―sugirió Jimin con chulería, estaba desesperado. Le mordió la barbilla y lamió alrededor de su boca, aplacada tan sólo por su barbilla incipiente. Aún así Yeeun continuó, decidida, sonriente― Pongamos que te encuentras con un médico suplente muy atractivo, y que tú deseas saber si todo está normal por ahí atrás… ¿Qué dices?

Ronroneó sensualmente, mostrando a las claras sus ganas de sentirla dentro. Yeeun rezongo con enojo imaginando que en cosa de ser cierto lo que decía, su esposo aprovecharía ese supuesto anonimato para manosearla. Al comienzo su cuerpo se quedó rígido, pero luego no.

―¡Qué no, Jimin! ―le grita ella, aún más disgustada, casi en un ataque de odio― No digas estupideces. Hasta mañana... Buenas noches.

―Este bebé quiere cariño…

Tocó su entrepierna más dura que el suelo.

—Venga, Jimin. No seas un adolescente hormonal. —rezongó ella con hastío— Dos besos y te vas a dormir. ¿De acuerdo?

Entonces Jimin la abrazó y la besó en la boca. Decidida a dormir, Yeeun tomó las sábanas con desdén y se volteó de espaldas a su marido. Dejándole, a él y a la mujer de su fantasía con todas las ganas del mundo. A la mañana siguiente como todos los lunes Yeeun usaría falda para ir a su trabajo, pues siendo una esposa joven y hermosa le gustaba sentirse guapa. Jimin no se oponía, pues él la consideraba demasiado seria como para coquetear con sus compañeros de trabajo. Después de la ducha, comenzaron a vestirse para irse a trabajar. Sin embargo, el espectáculo que Yeeun ofrecía hacía que su esposo se tomará todo el tiempo del mundo para observarla. El cabello de Yeeun era negro, largo y ondulado en las puntas.

Al quitarse la toalla de la cabeza, éste cayó sensualmente sobre su espalda desnuda. Esa mañana, Yeeun se había puesto unas bragas de color negro. Aquella fina tira de tela se perdía entre las brillantes y duras nalgas de la joven esposa, mostrando todo su redondo trasero. Para conjuntar las bragas Yeeun usó un sostén push-up que ensalzaba sus, de por sí, hermosas tetas. Sus pechos estaban coronados por dos oscuros pezones cual cerezas maduras sobre sendas bolas de helado. A continuación, la bella esposa sacó del cajón dos pendientes de aro que se colocó en cada oreja. Aquellos aritos la hacían lucir juvenil y traviesa. Maquilló sutilmente las imperfecciones de su rostro, delineó sensualmente sus ojos y pintó sus turgentes labios con un carmín morado muy suave.

―¿Qué esta noche toca? ―preguntó Jimin con asombro

―Si te portas bien... ―replicó con escepticismo Yeeun, parpadeando coquetamente, mientras contoneaba sus caderas― Puede que sí...

―Eso es lo que espero, ya sabes que el sábado me voy para Japón y no regresaré hasta el lunes. Ya te lo mencioné el otro día.

―Es verdad... ¡Mierda! ―lo mira― Lo que pasa, es que hoy quería estrenar el vestido que me regalaste y como me queda justito, quedará horrible si uso unas bragas decentes.

―¡No, por Dios! ¡Eso no! ―se burló su esposo.

―Anda, vete a desayunar. ―rezongó ella con hastío.

Jimin hizo caso omiso de la sugerencia de Yeeun, pues ahora venía la mejor parte. Yeeun tomó de uno de los cajones del aparador un par de medias de liga y se dispuso a ponérselas. Ella sabía que su marido la estaba observando y eso la hacía sentir súper sexy. Utilizando ambas manos, la hermosa esposa enfundó ambas piernas lentamente, desde el tobillo hasta donde el muslo pierde su nombre. Luego estiró meticulosamente el ancho elástico para que aquella sensual prenda quedara perfecta. Su esposo estaba embobado como un idiota. Sólo salió de su trance cuando su dulce esposa le preguntó:

―¿Me ayudas, amor? ―mostrando a Jimin las sandalias de cuña que sostenía delicadamente en sus manos.

―¡Claro qué sí, bebé!

Jimin se arrodilló a sus pies, tomó el tobillo de Yeeun, y colocó el pequeño pie de su mujer sobre su rodilla. Ni que decir tiene que también aprovechó para acariciar toda la pierna. Finalmente Yeeun se puso aquel vestido rosa claro de manga larga y escote redondo que tanto les gustaba a ambos. Le llegaba hasta medio muslo, de modo que dejaban libres sus torneadas y ágiles piernas. El día en la oficina transcurrió como de costumbre. Es decir, con problemas, tal y como era costumbre todos los lunes.

 Es decir, con problemas, tal y como era costumbre todos los lunes

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«𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐓𝐇𝐅𝐔𝐋 𝐌𝐀𝐑𝐑𝐈𝐀𝐆𝐄» ➸ ❝𝗣𝗝𝗠, 𝗝𝗝𝗞❞ (+¹8) (✓) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora