valeria debia huir lo mas pronto posible y tratar de pasar desapercibida, decidió hospedarse unos cuantos dias en una humilde casa a las afueras de la ciudad de una de conocida viuda, la cuál vivia junto con su adorable pero rebelde adolecente.
...
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Con cuidado comenze a entrar en aquella oficina
Pequeños rayos del sol de la mañana entraba por aquella amplia ventana cubierta por cortinas.
Valeria frente a un escritorio repleto de, lo que a mi parecer eran, documentos, carpetas, etc, cosas aburridas, las cuál en un movimiento discreto guardó, al verme entrar por la puerta.
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Cerre la puerta detras de mi, y sólo me quede ahi, como esperando a que ella dijiera algo primero, como un "buenos días" o "como amaneciste?", pero no, en cambio, sólo recibió una mirada sería junto con un;
-que necesitas?- suspiro pesadamente.
Con una mirada incrédula respondí - por que me encerraste-.
negó con la cabeza -no, yo no te encerre, seguramente fue una de las empleadas- ella volvió a uno de los tantos documentos que estaban en su escritorio y comenzó a leerlo, actuando de manera indiferente.
Yo suspire, comenze a caminar alrededor de aquella oficina, sintiendo el frío tacto del suelo, mirando atentamente cada cuadro que habia, una bonita oficina a decir verdad, bien organizada, no tan minimalista, tenia una que otra decoración que hacia resaltar el lugar y su esencia.
En una de las mesitas que se encontraban ahí, habia un hermoso rosario, me acuerdo que mi padre me habia regalado uno color morado, mi favorito en ese entonces cuando era pequeña, me lo había dado justo un dia antes de que muriera, ese rosario lo tengo guardado en una cajita, no queria perderlo, es muy preciado para mi.
Volví a dejar el rosario sobre la mesita, fui hasta el escritorio de Valeria, ella parecia muy concentrada en lo que estaba haciendo.
En un intento de llamar su atención, rescoste mi cuerpo a un costado del escritorio, acostandome sobre mis brazos mientra la veía, recibiendo unos cuanto rayitos de sol por mi cara
