valeria debia huir lo mas pronto posible y tratar de pasar desapercibida, decidió hospedarse unos cuantos dias en una humilde casa a las afueras de la ciudad de una de conocida viuda, la cuál vivia junto con su adorable pero rebelde adolecente.
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Valeria arrancó sin más, yo sólo me dedique a entrar, saludaba a todas las maestras y maestros que me encontraba, algunos de ellos respondian con una sonrisa, y otros simplemente ignoraban el saludo. Mientras caminaba por el patio, vi a un grupo de chicas que me llamaron la atención, definitivamente eran de preparatoria, caderas anchas, pechos grandes, piernas fuertes, chicas muy lindas a decir verdad.
Entre a salon y me senté cualquier banco junto con una chica, comenzaban las clases, y yo no entendia nada, no habia venido los primeros dias por qué estaba en el internado, así que yo estaba algo retrasada, sólo esperaba con ansias la hora del recreo, comenzaba a desesperarme.
Desde chiquita tenia problemas para quedarme quieta en algun lugar, siempre estaba caminando o jugando, era imposible para mi quedarme en un solo lugar, "una niña traviesa, no?" decía mi padre cada vez que hacia alguna travesura.
El ambiente estaba tenso, los sonidos exorbitantes del lapiz de mi compañera sonar contra su hoja, los tacones de la maestra resonando contra el piso con brutalidad para mis oídos, yo miraba a todos lados, mis manos sudaban, de repente hacia mucho calor, todos estos factores fueron sufientes para pedirle a la profesora ir al baño, mojarme la cara podria ayudarme un poco en esta situación.
La campana sono finalmente, me la habia pasado el resto del la clase en el baño, supongo que la maestra ni siquiera se dio cuenta de mi ausencia, al baño entraban cada vez mas chicas, así que decidí salir e ir al patio.
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Yo sólo veía como los demas chicos y chicas hablaban, reían, se daban besos, lo normal, sentada en unos de las banquillas que estaban en el patio, la sombra me cubria de los rayos cálidos del sol.
De repente, sentia como una mano tocaba mi hombro, voltie rapidamente, era una chica de mi salón, Sofía López, con una media coleta decorada con un moño, un juguito de caja en su mano y una sonrisa amable.
-Hola, me puedo sentar contigo?-.
-si, claro- me arrincone un poco para que se sentará.
-hace cuanto llegaste a Las Almas?, no eres de por aquí verdad?- preguntó mientras sentaba.
