~Los días oscuros le arrebataron a Laine Moss la vida que conocía, su familia cayó en la desgracia y sobre sus hombros caía el peso de restaurar el honor de su familia. Laine tiene una meta y esa estar en el punto más alto sin importar lo que tenga...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Laine y Coriolanus buscaron una mesa para almorzar, el chico observo a su alrededor esperando no ser visto por nadie mientras guardaba comida en la servilleta azul, por otro lado la chica a su lado guardaba descaradamente los panecillos dulces en su bolso, por un momento sintió el deseo de darle una mordida aquel esponjoso pan azucarado que olía a limón y desechando la idea rápidamente lo metió junto a los otros dentro del bolso.
-¿Van a engordar a esas pobres niñas para luego ganar apuestas? – Sejanus los sobresalto poniendo su bandeja frente a ellos.
-¿crees que les darán siquiera unas migajas si no les damos una razón para hacerlo?, ¿Cómo crees que tu tributo ganara si no ha comido? – pregunto Coriolanus.
-Tú mismo dijiste que son humanos, esos chicos no han comido desde la cosecha, tal vez no pueda salvar a mi tributo en la arena pero no voy a dejar que esa niña se muera de hambre – Laine en pensó en su tributo, era solo una pequeña niña – deberías hacer lo mismo y alimentar a tu tributo.
Sejanus suspiro ante las palabras de sus amigos y luego tomo asiento empujando su bandeja.
-Era mi compañero de clase, en el dos – Sejanus provenía del distrito dos y eso era algo que a la chica no le importaba a menos que estuviese con sus otros compañeros, ahí debía aparentar aunque de vez en cuando sentía celos de Sejanus por llevar la vida que le correspondía a ella.
-No es tu culpa – dijo Coryo.
-Si ya se, soy tan inocente que me ahogo en candor.
-Es el juego del destino, puedes estar abajo y de pronto estar arriba o puedes estar arriba y de la nada estas abajo, así es la vida – dijo la chica atrayendo la bandeja de Sejanus hacia ella.
-¿Sabían que en la cosecha, mi padre lo compro para mí? – pregunto Sejanus.
-¿Por qué haría eso? – Laine creía que la Familia de Sejanus era igual de buena y bondadosa que él, al parecer se equivocaba.
-Para enseñarme que yo nunca podría volver al dos.
-Es un privilegio muy pocos tienen, no deberías verlo como un castigo – opino la chica.
-Estar en el capitolio va a matarme – si claro, pensó Laine, sin deudas, con un baño caliento y sirvientes, era una tortura estar en el capitolio.
-Pues has algo al respecto – dijo Coriolanus guardando mas comida dentro del pañuelo azul.
Laine puso su bolso con la comida sobre la mesa y tomo el tenedor para comer del plato que Sejanus había traído.
-Son unos rebeldes – rio Sejanus ante las acciones de los chicos.
-¿Cómo es nuestra frase Coryo? – Laine le sonrió al rubio.
-Juntos, somos peligrosos – Coryo le guiño un ojo.