15. Nuevos comienzos ◉

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Severus se puso de lado y abrió los ojos. Los sentía rasposos y amoratados; no le cabía duda de que si se mirara en un espejo estarían inyectados en sangre.

Se estremeció, a pesar de la cálida manta que lo cubría. Había tenido una de sus pesadillas más gráficas y podía oler el acre aroma de su propio miedo y sudor aferrándose a él. Esta noche ya no dormiría. Echó las sábanas hacia atrás, se dio la vuelta y se sentó en el borde de la cama. Frotándose las sienes, se preguntó si le quedaría algo de poción para el dolor de cabeza, aunque la última dosis no le había servido de nada. El dolor de cabeza con el que se había acostado seguía latiendo a un ritmo sordo detrás de sus ojos.

La ventana contra la pared del fondo sólo dejaba ver el negro más profundo más allá de sus cristales sucios. Miró el anticuado despertador de cuerda que había sobre la mesilla de noche. Su maltrecha esfera de hojalata marcaba las dos y catorce de la madrugada. Parecía que sus patrones de sueño habían vuelto a la normalidad con una venganza. Aquellos últimos días en el castillo, en los que había dormido deprisa, le habían inquietado mucho. Ahora, después de dos días en su propia casa, la normalidad había vuelto, y cualquier poción o hechizo que Albus le hubiera administrado había desaparecido. En cierto modo, era casi reconfortante. No estaba del todo preparado para su muerte, y aquellas noches de sueño tranquilo y sin sueños le habían hecho pensar demasiado en la tumba.

Se puso en pie y caminó por la raída alfombra de su habitación, despojándose del camisón. Lo dejó caer desordenadamente sobre el suelo de madera y entró desnudo en el cuarto de baño. Primero necesitaba una ducha para quitarse el hedor de la pesadilla. Luego, tal vez, trabajaría en el ungüento que le había enviado el sanador Eddington. Suspiró al recordar qué más tenía que hacer hoy. No era de extrañar que hubiera tenido aquella pesadilla. Con el verano aquí y Hogwarts cerrado, Severus ya no estaba bajo la supuesta vigilancia del director. El Señor Tenebroso esperaría más de su tiempo y participación. Era hora de volver a las profundidades de la sociedad mágica.

Hermione se tumbó boca abajo y enterró las manos bajo la almohada, chocando los dedos contra su varita

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Hermione se tumbó boca abajo y enterró las manos bajo la almohada, chocando los dedos contra su varita. Enderezó las piernas, estiró los dedos de los pies hacia el extremo de la cama y soltó un bostezo. Había pasado la primera semana de vuelta de Hogwarts visitando a sus parientes, contando historias muy editadas de su año escolar y acostándose todas las mañanas. Era un lujo secreto que rara vez se permitía mientras estaba en el colegio.

Abrió un ojo y miró los números rojos del despertador. Las nueve y media de la mañana. Sí, dormir hasta tarde era maravilloso. Dejando escapar un suspiro de satisfacción, pensó en el profesor Snape y esperó que él también estuviera descansando en sus nuevas sábanas.

Hmmm, tal vez otros treinta minutos, luego me levantaré. Cerró los ojos y estaba empezando a dormirse de nuevo cuando un grito aterrorizado llegó del piso de abajo. Hermione se levantó como un rayo, con visiones de dementores y mortífagos atacando la casa que llenaban su mente de miedo. Agarrando su varita, Hermione salió corriendo de su habitación. Bajó corriendo las escaleras, atravesó el salón y entró en la cocina, con la varita desenfundada y un maleficio en los labios.

𝐏𝐫𝐨𝐲𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐅𝐚𝐯𝐨𝐫𝐢𝐭𝐨 (𝐒𝐞𝐯𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora