Capítulo 7

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Estaba guardando sus cosas cuando vio como George se acercaba algo sonrojado. Era un chico menudo y rellenito y tenía una cabellera desordenada. También era un alumno brillante y de los pocos que intervenían en clase por voluntad propia.

Valeria había sobrevivido a su primera semana como profesora universitaria y no era por darse ínfulas, pero ciertamente lo había hecho muy bien. Y le encantaba, le encantaba preparar sus clases, le encantaba compartir ese conocimiento, le gustaba buscar nuevas maneras de enseñar para que sus alumnos no pensaran que era una profesora sosa y aburrida.

Aunque tenía que aceptar que el recibimiento había sido muy bueno, al ser una profesora joven, todos habían estado como locos por ver su asignatura: Arte contemporáneo. Le habían prometido que dependiendo de su desempeño, podrían darle alguna otra.

Valeria miró al chico y este le sonrió nerviosamente sosteniendo con fuerza el bolso que tenía en su hombro.

—Hola, profesora Ramírez. Solo quería saber cómo estaba... ya sabe, por lo del desmayo del primer día. Y además quería decirle que sus últimas clases me han parecido enormemente fascinantes—Volvió a sonrojarse y lo hizo aún más cuando Valeria le sonrió de vuelta.

—Estoy muy bien, George. Gracias por preguntar. No ha sido más que un susto—Terminó de guardar sus cosas y volvió a mirarlo—Y me complace mucho que disfrutes de las clases...

—Oh, lo hago, de verdad—Asintió sonriendo—Es usted muy... buena en lo que hace, profesora Ramírez—La castaña lo miró divertida. Conocía esa mirada que transmitían los ojos marrones del muchacho. Era la mirada que le das a alguien a quien admiras y con el que probablemente tienes un enorme crush. Ella había pasado por eso sin ninguna duda.

El pobre chico se llevaría una desilusión cuando se enterara de que la profesora Ramírez era una lesbiana consumada. Pero por ahora no iba a romper su corazón aclarándoselo.

Comenzó a caminar hacia la puerta y él se ofreció a llevar sus cosas, la castaña aceptó su ayuda mientras este le preguntaba si no haría tutorías pronto, a lo que Valeria había respondido que aún estaba arreglando algunas cosas con su horario, pero que lo anunciaría.

Caminaron por el pasillo hasta la oficina de Valeria y el chico se fue sin dejar de sonreír de oreja a oreja. La profesora lo observó divertida con los brazos cruzados. Los amores platónicos pueden ser bastante dolorosos, pensó. Aunque pueden ser incluso aún más dolorosos cuando se vuelven realidad y te destrozan el maldito corazón.

Resopló y se reprochó a sí misma el hecho de que Yuri regresara una vez más a su mente. No es como si en esos siete años no hubiese pensado en ella nunca, o que alguna canción, o el ruido de una motocicleta, o la risa de alguien no la hubiese llevado a años atrás cuando pensó que esa chica de ojos marrones que la besaba con la furia de los volcanes y la hacía tocar las estrellas, era su todo. Pero esta vez era diferente porque la había visto y el muro que había puesto entre ella y esos sentimientos se había desplomado, dejándola vulnerable.

Se mordisqueó el labio a sabiendas de que en unas horas tendrían una visita al hospital porque Yuri le había pedido que se hiciera todas esas malditas pruebas. Solo esperaba no cruzársela.

Si, vale, era una cobarde, y si, había dicho que era hora de perdonar y dejar ir, pero era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Suspiró y se puso a trabajar para mantenerse ocupada antes de su próxima clase, la cual estuvo mucho más interactiva que la anterior ya que los alumnos de esa sección eran de lo más curiosos. Valeria adoraba las mentes curiosas, ella era una.

Había terminado su última presentación cuando levantó la cabeza y vio a alguien mirándola desde una de las sillas de la sala magistral. Era redonda y daba la sensación de tener muchos asientos, pero era sobre todo una ilusión óptica.

Younger Dreams | YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora