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ㅡ¡Mamá, Mamá!

Rosé dejó caer la pesada hacha al suelo, quitó el sudor de su frente y achinó los ojos para intentar ver algo entre tanta bruma solar.

Sang-Hoon corría rápidamente en su dirección, enredándose un poco en el overol que seguramente su madre le había colocado luego de despertarlo y despojarlo del pijama. Su largo cabello ya estorbaba su visión y Rosé se preguntó cuándo sería el momento en que lo cortarían.

El pequeño alfa llegó a su lado con la respiración entrecortada, inspiró varias veces hasta que logró recuperar el aliento y fijo su mirada en ella.

ㅡHola, cachorro ㅡlo tomó entre sus brazos y besó sus mejillasㅡ ¿Qué sucede?

ㅡ¡Quiero un plumpio, Mamá! ㅡel niño dejó los dientes a la vista cuando sonrió ampliamente.

ㅡ¿Un qué, mi vida? ㅡRosé intentó contener la risa, pero pequeñas notas traviesas escaparon de entre sus labios.

ㅡ¡Un pumplio! ㅡrepitió con obviedad.

ㅡAh... ya entiendo, cachorro, quieres un columpio.

ㅡ¡Sí! por favor... ¿puedo tener uno?

Rosé lo meditó unos momentos mientras sostenía con mayor fuerza a su hijo evitando que cayera al suelo.

ㅡ¿Qué dijo mami sobre el columpio? ㅡinquirió con una ceja alzada.

ㅡDijo pregúntale a Mamá y yo pregunté, Mamá.

Esta vez fue inevitable contener la risa. Su cachorro era tan ocurrente cuando quería.

ㅡEstá bien, amor, Mamá promete ponerse en ello cuando acabe aquí, ¿te parece?

ㅡ¡Sí! ¡Gracias! ㅡy dicho esto, besó su mejilla y fue depositado nuevamente en el suelo.

La madera que restaba fue cortada y depositada en el lugar correspondiente, luego tomó el camino que prácticamente conocía de memoria, el cual la llevaba a la puerta de la casa principal. Allí, Jennie preparaba su típica limonada libre de azúcares mientras tarareaba una suave melodía que reconocía como las canciones de cuna que solían cantarle a los cachorros cuando no podían conciliar el sueño.

A lo lejos pudo escuchar las risitas de los niños, probablemente entretenidos con algún juego que el mayor de ellos creaba.

Se acercó a paso lento hasta que sus manos hicieron contacto con la cintura contraria, rodeó a Jennie por la espalda y terminó besando varias veces su marca y mejillas. El omega ronroneó de puro gusto, dejándose caer sobre la alfa.

ㅡAmor, Sang-Hoon quiere un columpio ㅡmurmuró la alfa.

ㅡMe lo dijo, aunque creo que es algo peligroso.

ㅡTranquila, lo haré a una altura cercana al suelo para evitar accidentes grandes. Sin embargo, siempre puede haber una rodilla o un codo raspado, y es normal, son niños.

Jennie se dio la vuelta cuando la última rodaja de limón quedó dentro de la jarra de agua helada y se abrazó a Rosé con un tierno puchero resaltando en sus facciones.

ㅡLo sé... pero no deja de asustarme.

Rosé besó su sien, permitiendo que todos los sentimientos angustiantes que rondaban la cabecita de la omega se drenaran lo mayor posible.

Tiempo después, luego de un merecido almuerzo y una breve siesta, se encaminó con el mayor de sus hijos al cobertizo principal. Allí tenía todas las herramientas y cosas que necesitaría para armar el ansiado columpio.

Entre los dos eligieron una tabla mediana, no muy gruesa y plana. Sang-Hoon decidió que barnizaría su nuevo juguete de rojo brillante, por lo que Rosé tomó un litro de pintura que había sobrado de la última reforma del granero.

La parte sencilla había pasado, la de seleccionar y decidir, ahora la alfa mayor tenía la tarea de lijar todo, barnizar, unir las sogas que le darían soporte y varios tornillos. No iba a negar que le había costado un poco, más que nada porque su espalda dolía por el esfuerzo de hachear en la mañana, pero las risitas y aroma alegre de su hijo la incentivabaron a no darse por vencida.

Cuando todo estaba armado, era hora de designar el árbol del que colgarían el artefacto. Entre ambos decidieron que el enorme sauce que hacía de sombra en la parte delantera de la casa cumplía todos los requisitos. Era literalmente perfecto.

Con mucho, demasiado, esfuerzo logró colgarse de una de las ramas del centro. Desde allí se impulsó hasta que ambas sogas quedaron enganchadas a la parte de arriba y luego de muchos nudos y presión el columpio había sido montado.

ㅡPruébalo, Hoon ㅡincentivó con una sonrisa ladeada mientras llevaba su lengua a una cortada bastante grande que se había hecho sin querer en la mano izquierda. Desde el fondo de su corazón esperaba que no necesitará sutura.

El alfita, con algo de miedo, se sentó tentativamente sobre la base roja, balanceó sus piernitas y el columpio se meció de atrás hacia adelante con tranquilidad. El viento alborotaba sus cabellos y les producía un tanto de piel de gallina, pero el recuerdo de lo que estaba sucediendo nunca abandonaría sus mentes.

ㅡ¡Mira lo alto que puedo llegar, mamá! ㅡchilló el niño con alegría.

ㅡ¡Lo estás haciendo genial, amor!

Jugaron un rato más, sin notar como una omega los miraba orgullosa desde la ventana de la cocina. Cuando el hambre y el cansancio fue mayor, regresaron a la casa. Jennie y Ji-Hoon aguardaban por ellos con la cena casi lista.

ㅡ¿Cómo resultó el columpio, amores? ㅡinquirió Jennie con su bebé mayor entre brazos.

ㅡMmm... bien, mami, ¡llego muy alto! ㅡmurmuró el pequeño desde su cuello.

ㅡApuesto que sí.

ㅡSueño...

ㅡLo sé, bebé, en un segundo podremos cenar, luego un bañito y por fin a la cama.

Sang-Hoon asintió, pero no permitió que su mamá lo bajara, aferrándose con ambos brazos y piernas al torso contrario.

Se deleitaron con el sazón de la omega, devolviendo halagos y besos en el rostro de Jennie. Rosé fue la encargada de ordenar y limpiar la cocina, mientras que Jennie bañaba a los niños, le daba de comer a Ji-Hoon y los arropaba.

Siseó en alto cuando el jabón junto con el agua caliente penetró directamente en la herida punzante. Le dolía demasiado como para intentar contener los gruñidos que se le escapaban de forma esporádica.

ㅡAlfa, ¿Qué sucede? ㅡJennie murmuró a sus espaldasㅡ si sigues gruñendo de esa forma, los niños despertarán.

Rosé mordió su labio inferior con ambos colmillos antes de darse la vuelta y enseñarle su mano. Jennie, ante la profunda cortada, abrió los ojos desmesuradamente y corrió a su encuentro. Tomó la enorme mano entre las suyas e inspeccionó.

ㅡ¿Qué sucedió? ㅡindagó con mirada de cachorro preocupado.

ㅡSolo una cortada que me hice mientras unía las piezas del columpio. No es nada grave, omega ㅡrodó los ojos, pero suspiró de alivio cuando la lengua de su compañera trazó la herida.

ㅡEsto no es una simple cortada, Rosé ㅡregañó sin soltar su manoㅡ vamos por el botiquín.

Dicho y hecho, fueron por el botiquín y Jennie se encargó de curar meticulosamente. La vendó con precisión y pronto estaban en el nido envueltos en el calor y aroma de la otra.

Sin lugar a dudas volvería a cortar cualquier parte de su cuerpo por ver a sus hijos felices y sabiendo que luego tendría una omega en casa esperando por sanarlas.

The family's farm | ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora