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ㅡHonnie, ¿le diste de cenar a Algodón? ㅡinquirió desde su lugar.

ㅡ¡Sí, mami! Una tacita.

ㅡEso es, buen cachorro.

Rosé sonrió de lado cuando sintió un leve tirón en su pantalón. Quitando la mirada de la olla que tenía al fuego, dio con dos ojitos juguetones y muchos ricitos.

ㅡHola a mi otro cachorrito bebé, ¿escapaste de mami, bebe?

ㅡ¡Sí! ㅡel niño rio sonoramente mientras apresaba la pierna de su madre entre sus pequeños bracitos.

La alfa lo mantuvo lo más lejos posible de la cocina caliente, aunque el niño se aferrara a ella y gimoteaba cada vez que lo movía unos centímetros. No pasó mucho tiempo cuando una frenética omega hizo acto de presencia. Su aroma, normalmente amielado y dulzón, se encontraba opacado por el nerviosismo y la ansiedad, pero todo pareció relajarse cuando divisó a sus bebés junto a su madre.

ㅡ¡Ji-Hoon, ahí estás! ㅡcorrió a tomarlo entre sus brazos para posteriormente marcarlo con su aroma un par de vecesㅡ ¿Qué hemos dicho de huir de mamá de esa forma? Por favor no vuelvas a hacerlo.

ㅡSiento, má.

ㅡEstá bien, bebé ㅡbesó tiernamente su nariz antes de dirigir sus ojos a la alfa que observaba todo con una diminuta mueca divertidaㅡ fui un segundo al baño mientras dejaba a este travieso cachorrito esperando por un cambio y cuando regresé se había esfumado.

ㅡEso creí, amor ㅡRosé rioㅡ lo bueno es que aprendimos la lección con Sang-Hoon y ahora cerramos todas las puertas y ventanas con sus seguros.

ㅡHablando de eso, ¿dónde está mi cachorro mayor?

ㅡHace unos minutos estaba alimentando a Algodón así que supongo que se entretuvo con eso. El almuerzo casi esta listo ㅡaclaró en voz alta para que el resto de los integrantes oyera.

La verdad era que a la alfa no se le daba de maravilla eso de cocinar, pero por lo menos lo intentaba. Había un par de platillos seleccionados que le quedaban deliciosos, por lo que de vez en cuando su omega le cedía el control de su amado espacio y le permitía encargarse de alguna de las comidas. Ese día había decidido preparar lasaña, receta especial de su madre.

En la tarde debía ir a la empresa a cerrar balances de fin de año y dejar todo finiquitado para la próxima temporada, por lo que decidieron que sería bueno llevar a los niños para que paseen por la ciudad y conozcan un poco más. Sumado a esto, las decoraciones navideñas empezaban a desempolvarse y colocarse a lo largo de Nueva York y las diferentes viviendas y ellos tenían muy en claro lo amante que Sang-Hoon era de las lucecitas.

Además, aprovecharían a comprar nueva decoración para su propia casa, debido a que Jennie argumentaba que la anterior ya se encontraba obsoleta y no tenía ese brillo que la navidad se merecía.

Rosé no era una neta fan de la festividad, todo se debía a que sus padres nunca estaban en casa para esas fechas, ni siquiera decoraban, por lo que el espíritu navideño, como solía denominarlo su omega, no se había desarrollado en su interior. Se prometió con el primer nacimiento de sus hijos, que iba a intentar dar lo mejor de sí para que los menores sí lograran atesorar buenos recuerdos y para nada fue difícil con la pareja tan apasionada con la que contaba.

Almorzaron entre charlas divertidas protagonizadas por sus cachorros. Sang-Hoon estaba tan emocionado por ir a la ciudad que lo dejaba notar a través de las olas aromáticas que difícilmente pretendía controlar.

ㅡ¡Ayudo a mamá! ㅡel alfita chilló mientras se ponía de pie de golpe y tomaba dos vasos con cada una de las manos, depositándolos dentro del fregadero y repitiendo la acción con el resto de la vajilla utilizada.

The family's farm | ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora