La cena

18 17 0
                                    

Martin y Laura, entran en el restaurante dando una mirada al interior: cuadros de pinturas famosas como: La noche estrellada, de Vincent Van Gogh; El grito de Edvard Munch, y La Creación de Adán, de Miguel Ángel, se encuentran ubicados cada uno, en paredes distintas, en medio de dos lámparas de pared; dos lámparas de araña de cristal cuelgan del techo, dan una buena iluminación al salón, donde varias familias cenan en armonía.

Un empleado los recibe en la entrada, guiándolos hacia una mesa junto a la pared del cuadro de Van Gogh. Ambos jóvenes se sientan dándole las gracias al empleado, que se marcha hacia la puerta a recibir a otros clientes. Martín toma las manos de su novia y las besa. Luego se miran y conversan sobre futuros planes.

El celular del chico, interrumpe la charla. Laura se recuesta en la silla. Suspira, mirando hacia la pintura.

― Solo era tu hermano, felicitándome por el ascenso ―Martin pone el celular sobre la mesa―. Luego de salir de aquí, vamos a su casa, él nos espera allá.

― Luis como siempre ―ella sonríe, arreglando un mechón de su cabello, detrás de una oreja-. Espero que el celular no interrumpa nuestra noche
.
― No te preocupes ―coloca su mano derecha, sobre la derecha de ella. La retira cuando tres notificaciones del Whatsapp le entran―. Un momento ―toma el celular y responde los mensajes. Laura toma el menú de encima de la mesa.

― Cariño, ¿Qué pedirás? ―pregunta ella observándolo.

― Estará bien lo que pidas —le da una rápida mirada.

― De acuerdo ―Laura sigue leyendo la carta.

― Buenas noches ―se les acerca un mesero. No muy alto, de tez morena, complexión robusta, ojos marrones y sonrisa hipnotizante―, ¿ya saben que pedirán?

― Dos platos de pescado grillé, una ensalada, y una botella de vino.

― Listo ―termina de apuntarlo en su agenda―, ¿algún postre?

― Amor, ¿Qué quieres de postre? –mira atentamente a Martin, quien le devuelve la mirada.

―Lo que tú pidas está bien, mi cielo –le dice, alzando las cejas.

―No queremos nada de postre –Laura le sonríe.

―Ya tengo su pedido, en breve su mesa estará servida –sonríe y se aleja.
A los pocos segundos, Laura mira a su novio, quien sigue metido en el celular.

―Amor –dice ella, tratando de llamar su atención, pero Martin apenas le hace caso.

―En unos minutos te atiendo –le dice de mala gana, sin quitar la vista de la pantalla.

―Cuando las vacas vuelen ―expresa, levantándose―. Ahora vuelvo ―abandona la mesa, yendo en dirección al baño.

Luego de unos minutos, vuelve a la mesa. Él sigue escribiéndose con alguien. Ella retoma su asiento. A él parece no importarle ella en estos momentos. Laura saca de su bolso el teléfono. De vez en cuando, mira a su pareja. Este sonríe y muerde su labio en ocasiones. Ella se levanta de momento y le arrebata el aparato a Martin de las manos.

― Pensaba tener una noche especial contigo, pero veo que no se podrá ―le grita, revisando el teléfono. Los demás voltean a verlos.

― Estás actuando como una loca, Laura ―le dice, poniéndose de pie.
― Veremos con que zorra te andas escribiendo ―revisa cada uno de los chats de Whatsapp. No encuentra rastros de infidelidad―. Nada por aquí ―entra en Messenger, Facebook. No halla nada.

― ¿Encontraste algo? ―pregunta él, cruzándose de brazos.

― Lo siento, amor ―le devuelve el celular. Mira hacia abajo, muy apenada―. Necesito tomar algo de aire ―camina hacia la puerta para luego salir del restaurante.

La ciudad mantiene su rutina diaria, donde los autos esperan al verde del semáforo para continuar el paso. Los perros corren de un lado a otro mientras persiguen a los gatos y otros felinos a ratas cerca de las alcantarillas. Laura camina con la cabeza gacha. Avergonzada. Pensaba en cómo hablarle a Martin y así pedirle disculpas. Se detiene bajo la luz de un poste. Las polillas revolotean alrededor de la rejilla que cubre al foco. Ella suspira y mira por encima de mi hombro divisando una figura encapuchada, tal cual una mancha negra en irrumpiendo en la tranquila noche. La figura alza lentamente un cuchillo, acción que hace que Laura reanude el paso yendo más rápido que antes.

El encapuchado la sigue. Ella corre por las poco iluminadas calles sin saber hacia dónde coger. Al final se mete a un callejón aun sabiendo que era una mala idea. Retrocede fijando su vista a la entrada del callejón. Atenta a cualquier movimiento. Queda de espaldas contra un cuerpo caliente. Su corazón se paraliza por un momento. Una respiración se presenta en su cuello. Fría tal y como la noche.

― Hola, princesita ―dice entre susurros. Laura abre los ojos como platos y siente como un cuchillo entra en su piel. Su boca se abre emitiendo quejidos y con su torso ligeramente arqueado. Las piernas le fallan pero su atacante rodea su cintura con la mano que le queda libre mientras que con la otra, perfora la piel de Laura dándole rienda suelta a la sangre. Corre por su espalda hasta caer gota a gota al suelo.

Reflexiones y horrores♥️♣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora