Tobogán

18 16 1
                                    

Samuel salía de casa temprano para irse al parque junto a la iglesia. Estaba rodeado por una cerca de al menos 2 metros de altura y dos árboles que daban buena sombra.

El parque además, tenía un tobogán en forma de espiral, una altura de más de 2 metros y medio, al cual puedes subir por una escalera. Los juegos restantes eran columpios o sillitas voladoras pero el más emocionante, era aquel tobogán.

Samuel llegó con sus amigos y se subieron a los juegos, dejando la gran atracción para el final. Subian a las sillitas y los columpios y corrían de un lado a otro, intentando atraparse. Dos de los amigos de Samuel, volvieron a casa con el llamado de su madre pero Samuel debía subir a ese tobogán como diera lugar.

Diego, su otro amigo, se quedó frente a la salida del juego y Samuel subió las escaleras, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. Llegó a la cima, se sentó en el inicio de la atracción y se deslizó hacia abajo.

Rapidamente, sintió como daba vueltas y vueltas, que lo hacían sentirse mareado y al mismo tiempo eufórico. Luego de un minuto, le pareció raro no haber salido de allí. Gritaba por ayuda pero nadie parecía escucharlo. Al final podía ver la salida, algo se había detenido para recibirlo. Pensó que eran sus amigos pero no. Intentó frenar su recorrido, colocando las manos en las paredes. De un momento a otro, salió dispado y cayó sobre la arena todo revolcado. Se quejó y se puso de pie.

―¿Que fue eso? ―susurró, sacudiendo sur ropa.

Chasquidos se escucharon de lengua, se escucharon desde atrás, poniendole la piel de gallina. Se dio la media vuelta y una criatura humanoide con cuernos y alas parecidas a la de un murciélago. Su piel quemada, ojos rojos y dientes filosos que sobresalían de sus labios.

―Mierda ―Samuel retrocedió. La criatura lo miraba atento.
Hambriento. El corazón del chico acelerado, echó a correr a toda velocidad con rumbo a casa. La criatura desplegó sus alas. Emitió un chirrido. Alzó el vuelo, acercandose como bala detrás de Samuel, quien presa del pánico, intentaba no tropezarse con alguna roca del camino. La criatura le seguia el rastro desde el cielo. Samuel rezaba porque no bajara y se lo comiera pero nada estaba escrito hasta ese momento.

Reflexiones y horrores♥️♣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora