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Jimin estaba agotado, después de una semana de exámenes y entrega de proyectos, por fin era viernes y podría descansar, se despidió de su primo y entró a su casa.

En cuanto puso un pie dentro supo que algo andaba mal, en el marco de entrada había dos hombres, que en cuanto lo vieron lo tomaron por los brazos y lo llevaron a la sala, Jimin forcejeaba tratando de zafarse pero era inútil, esos hombres lo duplicaban en tamaño y fuerza.

En el salón vio a sus padres sentados en el sofá y frente a ellos un hombre alto, de cabello negro, que lo miraba fijamente con unos ojos tan negros como la noche, tratando de ocultar el miedo que ese tipo le causó dirigió la mirada a sus padres.

—Mamá, papá ¿qué está pasando?

—Deja que mi hijo se vaya, él no sabe nada de esto.

Su padre no respondió a su pregunta, pero dirigió sus súplicas al extraño hombre frente a él.

—Es una lástima Do Youn, pero tendrá que enterarse de lo que haces para darle estos lujos —dijo el hombre en tono burlón mientras se ponía de pie y caminaba hasta donde estaba él.

Jimin no podía apartar la mirada de ese hombre. Era siniestra, reflejaba maldad pura, y sabía que ni él, ni sus padres saldrían vivos de ahí. Y es que Jimin sabía la clase de negocios que tenía su padre, lo había descubierto cuatro años atrás cuando con dieciséis años había ido a visitar a su padre a la empresa y al ver que estaba ocupado, decidió dar una vuelta.

Cuando llegó a unas bodegas que estaban más alejadas del resto, entró con mucho cuidado y descubrió varios contenedores con cajas repletas de armas y droga, salió corriendo de ahí dispuesto a decirle a su padre, pero se tuvo que esconder al ver a dos hombres acompañados de su progenitor, y lo que escuchó fue aún peor. Su padre no solo sabía sobre esa droga y esas armas, si no que era él dueño de las mismas y estaban ahí para su distribución a otras partes del continente.

A partir de ese momento Jimin fue consciente de toda la mierda que envolvía todos los lujos de los que estaba rodeado, pero al ser un adolescente, poco le importó mientras no lo involucraran a él. Y ahí estaba ahora, a sus veinte años en manos de un tipo que sabía que lo mataría.

—Eres realmente lindo, es una lastima que tengas que morir, sino me gustarias para mi hijo —se lamio los labios y pasó sus asquerosos dedos por su rostro y bajó hasta su cuello — o mejor aún, te tendría como mi juguete personal.

—¡Suelta a mi hijo Jeon! —el grito de su padre hizo que el hombre del cual ahora sabía su apellido se girará y sacará su arma.

—Desde cuando los cadáveres hablan.

Fue lo último que dijo antes de descargar su arma en el pecho de su padre. Jimin escuchó el grito horrorizado de su madre, mientras que él también gritaba y lloraba.

—¡Desgraciado! Eres un maldito monstruo Jeon, tu hambre de poder será tu fin —gritó su madre.

—Lo dudo, pero si eso pasa tú no estarás aquí para verlo —y volvió a disparar.

Jimin vio caer el cadáver de su madre al suelo, sabía que era su turno, solo rogaba porque fuera rápido. Pero justo cuando el hombre apuntaba el arma a su cabeza se escucharon sonidos de sirenas de policía a lo lejos.

—¡Señor, la policía se acerca! —gritó uno de los hombres que lo habían sostenido cuando entró.

—¡Maldición! ¡Vámonos!

Por un momento Jimin pensó que había logrado sobrevivir de milagro, pero cuando intentó dar un paso hacia los cuerpos de sus padres escuchó un estallido y al instante un dolor agudo en el lado derecho de su cuerpo.

복수 ★REVENGE★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora