02: Charla familiar.

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— Vi, ¿qué camiseta vas a querer para el partido?

Finalmente el mundial había comenzado, y tanto Enzo como Leandro estaban igual de entusiasmados y nerviosos. Sería el primer mundial de ambos, así que sus inseguridades estaban a mil.

Los dos querían darle una buena impresión a la gente, hacerles saber que ellos merecían estar jugando allí y representando a la Argentina. Iban a darlo todo en la cancha, más que nada porque también estaba su hija viéndolos y querían hacerla sentir orgullosa.

— La violeta, mami — Enzo asintió, sacando esa prensa y guardando la otra — ¿Vos cuál te vas a ponel?

— Me parece que nosotros jugamos con la de la Selección, ¿no, amor?

— Sí, creo que sí.

Justo en ese momento, Leandro salió del baño secándose el pelo con una toalla chiquita, mientras que otra estaba enrollada alrededor de su cintura.

El Omega sintió sus cachetes calientes al ver a su pareja, su torso desnudo, revelando aquellos tatuajes que tanto le gustaban y con algunas gotas aún cayendo por su cuerpo, perdiéndose en…

— ¡Mami se conviltió en un tomate! — Victoria chilló, señalando el rostro enrojecido de Fernández para, luego, soltar una pequeña carcajada por verlo en ese estado.

— ¿Qué pasa, Enzi? ¿te gusta lo que ves? — Provocó el Alfa, sonriendo tan altanero como siempre — Soy todo tuyo, amor, podés tocar cuando quieras.

— ¡Leandro! — Fernández chilla aún más sonrojado — Está Victoria con nosotros, boludo.

— Vicky, ¿dejarías a mami y papi solos por unos minutos?

— Ti, papi.

— ¡No! Nadie va a salir de esta pieza — Dijo Enzo y Leandro lo miró haciendo un puchero — Mañana jugamos, tarado, no voy a perderme el primer partido por tu culpa.

— Voy a ser cuidadoso, lo prometo.

— ¡Qué no! Y esa es mi última palabra — El Alfa bufó, en lo que el Omega volvía a ordenar la ropa de su hija — ¿Y podés ir a cambiarte, por favor?

— ¿Por qué? ¿te pongo nervioso? — Fernández lo fulminó con la mirada y Paredes tragó saliva — Está bien, ya me cambio.

Al llegar la noche los tres ya se encontraban acostados y con sus pijamas puestos, se habían ido a dormir temprano debido al juego que los esperaba mañana; pero, aunque quisiera, Enzo todavía no lograba conciliar el sueño, estaba apoyado en la barandilla del balcón pensando.

¿Y si fallaba? ¿qué pasa si mañana jugaba tan mal que no lo dejaban volver a jugar durante el resto del mundial? Realmente estaba nervioso e inseguro como nunca antes.

— ¿Mami? — La voz de su cachorra lo sacó de sus pensamientos.

— ¿Qué haces despierta a esta hora, Vicky? Ya es tarde.

La pequeña se acercó hasta donde estaba el Omega y alzó sus brazos para que el otro le haga upa; una vez en los brazos del mayor, Victoria lo abrazó por el cuello.

— ¿Mami, tiste?

Enzo no pudo evitar sonreír ante esas palabras; a veces se sorprendía de la capacidad de su hija para comprenderlo.

— Estoy bien, corazón, solo un poco nervioso por mañana.

— No estés nelvioso, mami, tu vas muy bien, mejol que papi — Fernández no pudo evitar reírse.

— Escuché eso — Ahora fue la presencia de Leandro la que asustó a ambos.

— Yo no lije nada.

— Sí, hacete la boluda nomás — Paredes le pellizcó ligeramente el cachete a su hija, quién sonrió como respuesta — ¿Por qué están acá? ¿Hay reunión y no fui invitado?

— Mami está nelvioso pol manana.

— No pasa nada, amor, va a salir todo bien — Leandro abrazó por la cintura al Omega y, después, le dió un beso en el cachete — Y si perdemos tampoco va a ser el fin del mundo, todavía tendríamos oportunidades de seguir así que, relájate.

— Sí, tenés razón — Enzo sonrió para, luego, mirar a su hija y darle un beso en la frente — Además tengo a mi amuleto de la suerte conmigo, así que nada puede salir mal.

— Sí, yo te voy a hacel salil campeón, mami.

— ¿Y yo? — Preguntó Paredes, también mirando a su cachorra.

— Estamos animando a mami, papi, no a vos — Fernández no pudo evitar reírse, a lo que el Alfa frunció el ceño.

— Como que te estás pasando de viva vos, ¿no?

— Déjala, está jugando, ¿verdad que vos también querés que papi levante la copa, amor? — Victoria asintió.

— Enana manipuladora — Murmura Leandro, pero Enzo logra escucharlo y le pega un codazo.

— Bueno, ya es muy tarde y mañana hay que levantarnos temprano, así que a la cama los tres.

Así terminó la noche para la familia, quiénes durmieron todos apretados en la cama de dos plazas, ya que Victoria quería dormir con ellos por esta vez.

Un crío en la Scaloneta - Enzo & Leandro [Adaptación]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora