05: Una piba cabulera.

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El partido contra Polonia se jugaba mañana y los jugadores estaban más que dispuestos a ganarlo también; luego de su encuentro con México, las energías se renovaron. Iban por la tercera, eso era seguro.

— ¡Mami, no!

Enzo se asustó al escuchar el grito de su hija e, inmediatamente, estuvo sus acciones para mirarla.

— ¿Qué pasa, Vi?

— No laves mi lemela — Dijo la niña, quitándole dicha prenda de las manos al Omega.

— Pero está sucia y tiene olor feo, amor.

— No impolta, le pono pelfume — Fernández suspiró.

— ¿Por qué no querés que la lave?

— Polque cuando ganamos tenía esa lemela puesta, eso tinifica que da buena tuelte.

— Pero tenés la otra, Vicky, usa esa mientras te lavo la otra.

— No, la lemela violeta es fea; nos hizo peldel — Acto seguido, Victoria le sacó la lengua a dicha remera, la cual estaba doblada sobre la cama.

— Pero…

— Déjala que se quede con esa, Enzi — Dijo Leandro desde su lugar en la cama, había estado escuchando todo, a pesar, de que parecía concentrado en su celular.

— Está llena de mugre y tiene un olor horrible, Leandro, no voy a dejar que mi hija ande por ahí con olor a culo.

— ¡Yo no tengo olor a tulo! — Se quejó la menor, cruzándose de brazos y haciendo puchero.

— Le pones perfume y fue, nadie se va a poner a olerla.

— Solo la estás defendiendo porque es tu camiseta, nada más — Comentó Fernández y el Alfa lo miró con una sonrisa.

— Arde de la envidia, puto.

— ¡Leandro! — Enzo le lanzó lo primero que encontró a la cara, por suerte era un pantalón de Victoria y no algo más peligroso — Llega a repetir eso la nena y vas a estar en problemas.

— Ella sabe que no tiene que repetir nada de lo que dice papá, ¿cierto, Vicky? — La pequeña asintió.

— Más te vale, Paredes; ahora mové el culo y andá a bañarte, que tenés un olor asqueroso.

— Papi es un cochino — Dijo Victoria, tapándose la nariz.

— Sos la menos indicada para hablar, pendejita. — Leandro pasó junto a su hija y le dió un empujón en la frente que tiró a la menor a la cama antes de entrar al baño.

Al día siguiente, jugaron contra Polonia y salieron ganadores, clasificando así para octavos de final con el primer puesto del Grupo C. En los vestuarios, durante el festejo por la gran victoria, se dió una peculiar situación.

— ¿Algo para decir de este encuentro, joven Victoria? — Le preguntó el Dibu a la pequeña, jugando a que era un entrevistador, mientras usaba una botella de agua como micrófono.

— Que aldan de envidia, putos — Respondió la menor, causando las risas entre todos los del equipo.

Enzo rápidamente miró a su pareja, quién observaba todo el vestuario con tal de no encontrarse con los ojos acusadores del Omega.

— Hoy dormís afuera.

— Pero, amor… — Fernández le dió una fría mirada, antes de irse a festejar con su hija, dejando a Leandro sin saber en dónde iba a dormir esa noche.

Al final, terminó durmiendo en el sillón de la pieza de Lautaro.

Un crío en la Scaloneta - Enzo & Leandro [Adaptación]   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora