Regreso a casa Capítulo- 6

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Salimos de la plaza todas en pelúcidas y Rodrigo con unas ratas puestas en forma de trenza vestido de rapero neoyorquino.

Porque, Rodrigo quiere estar en el coro de nosotras y qué le vamos a hacer él es nuestro amigo y un amigo verdadero, llamamos un taxi para regresarnos al hotel, a los pocos minutos miró el taxi, nos juntamos, Yo tenía una peluca roja con un vestido largo medio ancho y  lentes oscuros.

Pero, mi amiga era rubia de peluca, tenía lentes oscuros, vestuario muy raro y extravagante, nos bajamos del taxi con rumbo hacia el hotel, cuando íbamos entrando venía Ricardo saliendo con Amalia agarrado de mano. Yo me sorprendí con lo que estaba viendo, no parábamos los tres como locos anormales a observarlo a  ellos cómo bajaban las escaleras, porque el elevador estaba dando problema.

Ella tenía un vestido puesto elegante. Por cierto rojo brilloso con unas lentejuelas plateadas, el vestido tenía un abierto en la rodilla, tacón alto del color plateado pendiente de color de los zapatos y accesorios del mismo color, me llamó mucho la atención de lo hermosa que se veía.

En tanto a él, llevaba una camisa blanca con su reloj Cartier en su mano derecha, en su cuello un cordón de oro, pantalones jean, zapatos, Louis Vuitton y  unos lentes transparentes, yo lo observo mientras van bajando detalladamente, pero no se percataban.
De quién es la que lo estaba observando, ellos terminaron de bajar ni cuenta, se dieron de que los estábamos observando, ellos se dirigían al restaurante porque la pinta que tenían en las redes.

		De quién es la que lo estaba observando, ellos terminaron de bajar ni cuenta, se dieron de que los estábamos observando, ellos se dirigían al restaurante porque la pinta que tenían en las redes

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		Nos dirigimos al restaurante, también nos sentamos en una mesa a la distancia para observar todos sus movimientos, veo como ella le pasa la mano y él se deja tocar, luego él la toca en su rostro y al rato se besan de nuevo

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Nos dirigimos al restaurante, también nos sentamos en una mesa a la distancia para observar todos sus movimientos, veo como ella le pasa la mano y él se deja tocar, luego él la toca en su rostro y al rato se besan de nuevo.

Mis lágrimas caían como pozo al piso, me sentía de las mil patadas viendo esas escenas de amor donde yo estoy, la donde no soy la protagonista, sino más bien la villana.

Pedimos para cenar Pero no le pude  poner la boca a mi cena por la angustia de ver a mi marido con otra.

—Si quieres, vámonos para que no te esté martirizándote con ellos —me dijo cristal pasando su mano por la mía.

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