Capitulo 9.5

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Como un buen alfa, Lan Xichen movió todas las piezas posibles para estar cerca de su amado gatito, quien al estar en tan delicado estado del embarazo no quería estar solo. Aunque puede que algunas cosas no salieran como esperaba lograba pasar tiempo junto al Jiang, como ese día en particular. Pues, y gracias a las conversaciones que tenía con la médico Wen, estuvo preparado para un Jiang más juguetón que de costumbre, y es que nada más al quedarse solos en la habitación del omega, este se subió sobre las piernas del Lan para comenzar a besarlo. 

 Las traviesas manos del omega se paseaban por el, trabajado, cuerpo de su alfa, provocándole pero también buscando aquella cinta, que contenía el instinto de su amado, para finalmente tirar de ellas, mientras rozaba su pelvis contra la del mayor. Xichen no entendía porque tan de pronto su amado estaba siendo tan impaciente y lascivo, pero no era algo de lo que iba a quejarse, simplemente correspondió al gesto besando con pasión a Jiang Cheng mientras le iba retirando la ropa. 

 Con el paso de los minutos rey y príncipe ya no tenían prendas que les cubriera en ese momento, que les estorbara para poder sentir la piel del otro. Sus erecciones a la par y el deseoso tigre se frotaba contra su amado anhelando el siguiente paso, el Jiang apenas si pudo aguantar los juegos previos, pues si fuera por él habría tirado a su alfa y lo hubiera montado allí mismo, pero lo último que quería hacer era asustarlo así que reuniendo toda la paciencia que era capaz de manejar, espero a que el Lan entrara en él. Tan pronto Xichen se adentró en el cuerpo del menor, este se aferró a sus amplios hombros y comenzó a moverse sorprendiendo aún más al mayor, quien no pensaba en quedarse atrás.

 La habitación pronto se llenó de las feromonas de ambos, así como de sus gemidos, jadeos, el dulce susurró del nombre ajeno y del sonido de sus cuerpos chocando con ímpetu entre sí. Aquel momento se alargó durante varios exquisitos minutos, hasta que ambos logaron llegar al clímax casi a la par. Tan pronto la agitación del orgasmo pasó, el joven loto beso de nuevo a sus amado alfa y le dijo con picardía: 

— Haremos esto todos los días, entendido mi rey~

—Por supuesto, mi nubecita

La razon de una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora